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Comentábamos en la anterior edición que la longevidad del mandato socialista en Fuenlabrada –desde los tiempos de la Transición, Fuenlabrada siempre ha tenido un alcalde socialista— cabe atribuirla tanto a la astucia e inteligencia política de Quintana y Robles como, sobre todo, a las torpezas de una oposición, la del PP, domesticada durante muchísimos años. Una oposición que se ha desangrado durante largas décadas en luchas intestinas por las migajas de la mesa del poder socialista, con constantes cambios de candidatos y de portavoces que han utilizado el trampolín de la concejalía de la oposición permanente en Fuenlabrada para su medro personal en la estructura regional del PP en cuanto han tenido la ocasión de elevar el vuelo.

Así, no es extraño que el PP fuenlabreño, que ya arrastraba una profunda vocación de oposición perpetua –con la posible excepción de Manuel Molina, que a punto estuvo de ganar por primera vez las elecciones, igualando el número de concejales de Robles en la pasada legislatura— haya pasado de 11 a 5 concejales de la mano de Sergio López, que consiguió defenestar a Molina para cosechar el más rotundo fracaso electoral en la Comunidad de Madrid. Fracaso que, increíblemente, el nuevo PP de Cifuentes ha premiado con la renovación de su mandato y candidatura al frente de los populares fuenlabreños, así como con el cargo orgánico de ‘Secretario de Estrategia Electoral’ en el PP regional.

Ignoramos si lo que se está preparando para el PP de Fuenlabrada es la consabida “patada hacia arriba”, nefasto vicio de las grandes organizaciones sociales y empresariales cuando se quiere apartar a alguien de un puesto donde está a punto de alcanzar su máximo nivel de incompetencia, por el famoso “principio de Peter”. Pero lo cierto es que, para Robles y para el PSOE, el PP lleva siendo un chollo de oposición casi 40 años. Y Sergio López no es, precisamente, la excepción, sino la regla, que puede verificarse, pleno tras pleno y mes tras mes, por la escasez de iniciativas que sean creíbles y tengan conexión con los problemas y necesidades reales de los vecinos.

Suerte o bicoca que tienen los socialistas con un PP en permanente descabezamiento y/o descomposición y que les permite gobernar sin sobresaltos, y mala suerte o cenizo que tienen los vecinos de Fuenlabrada con un líder de la oposición que –como sus antecesores—está más pendiente de dar el salto quizá hacia una Dirección General en la Comunidad de Madrid –a imagen y semejanza de Miriam Rabaneda—que de ganarse el sueldo que le pagan los fuenlabreños por poner en aprietos a Robles y sacar alguna de las vergüenzas de su gestión.

Véase, si no, el caso de la ambulancia de Protección Civil que, después de tres años, todavía huele a nueva; de ahí que, en la edición de finales de abril, tituláramos “¡Ocasiones Robles! ¡Ambulancia km. cero!”. Una oposición con reflejos e instinto político habría aprovechado, difundido y potenciado al máximo la denuncia y la información que este periódico brindó a los fuenlabreños, como es la de mostrar descarnadamente que una ambulancia de soporte vital en la que Robles se gastó 57.000 euros sólo ha tenido un único uso real: la foto que en su día se hizo Robles.

Y una oposición con reflejos e instinto político, lo primero que habría hecho es hablar con los disidentes de Protección Civil de Fuenlabrada –que, como en los viejos tiempos de la Dictadura, han tenido que pasar a la clandestinidad— para hacerse portavoz de sus justas reivindicaciones en favor de los vecinos, como por ejemplo la de los cursos de capacitación para hacer de la ambulancia un elemento real de servicio sanitario a los vecinos en lugar de un elemento folclórico y de propaganda al servicio de Robles.

Sin embargo, parece que verdes las han segado para Sergio López y sus muchachos. No seremos nosotros, precisamente, quienes prodiguemos alabanzas al sicofanta de Leganés, conocido también como Carlos Delgado, líder de ULEG. Sin embargo, es preciso reconocerle una cosa, a pesar de todas sus tropelías verbales y no verbales: tiene hambre de balón, aspira a gobernar y explota al máximo los errores de sus adversarios. Algo podría aprender de Delgado Sergio López, por supuesto evitando sus excesos. Y mientras que gestiona sus ascensos en la estructura regional del PP o su traslado a alguna Dirección General de la Comunidad de Madrid, podría entretenerse y ganarse el sueldo, por ejemplo, empujando a la ambulancia para que los valientes de Protección Civil –que no son, precisamente, sus responsables políticos— consigan arrancarla e inaugurarla de una vez a pesar de sus jefes.