Fuenlabrada-Recinto-Ferial

La campaña electoral de los próximos comicios municipales ya ha echado a andar en Fuenlabrada. En verdad, nuca se detuvo, pero consumida la mitad de la Legislatura, la velocidad va in crescendo. El último ejemplo de que la caravana electoral empieza a despegar es el anuncio del alcalde, Manuel Robles, de que el próximo Pleno aprobará las primeras modificaciones urbanísticas para poner en marcha el proyecto de un nuevo macrorecinto ferial a las afueras de la ciudad. En total, un área de 170.000 metros cuadrados para conciertos, feria, aparcamientos, casetas y uno de los parques, a priori, más grandes del municipio.

Mientras el proyecto se fragua, la previsión es que su construcción empiece a llevarse a cabo en 2018, último año de vida útil, previsiblemente, del recinto de toda la vida. Será ya en septiembre de 2019, pasadas las elecciones municipales, cuando se estrene el nuevo espacio para las fiestas. El fracaso o no de la inauguración -las redes sociales echan hoy día humo ante la perspectiva del cambio de ubicación de sus fiestas- apenas repercutirá en los comicios locales. Solo por la lógica del tiempo, a favor del actual alcalde. Ya habrá momento en la próxima Legislatura de enmendar lo que venga por delante. Si viene. Pero por aquello de no torpedear las tradiciones del respetable -que no me toquen las fiestas- mejor curarse en salud y acabar el recinto en la Legislatura que viene, por lo que pueda pasar.

Así que hasta que llegue el corte de cinta inaugural del mastodóntico proyecto toca hablar durante meses de las oportunidades del nuevo espacio. De sus pros y sus contras. Queda claro que en cuestión de seguridad el actual tiene ese encanto de la tradición y la nostalgia, pero se ha quedado pequeño y no garantiza al cien por cien la protección de los vecinos. También habrá que hablar de la oportunidad laboral y de los puestos de trabajo que se puedan crear con la urbanización de la zona. Mas ahora que Fuenlabrada puede perder hasta 400 trabajadores por la espantada de Ericsson, que traslada su planta ubicada en la calle Hungría y pone pies en polvorosa a la zona norte de Madrid. Adiós a 400 personas que hacían vida en Fuenlabrada y a ver cómo repercute en los comercios de zona.

Pero también conviene hablar de las dudas que suscita el traslado a las afueras de la ciudad. Cuestiones que pasan de las redes sociales a la arena política. Entre los vecinos de Fuenlabrada es conocido a voces, no es un secreto, que al actual alcalde no le gustan esto de las fiestas. No se sabe hoy si a su sucesor, si es que lo hubiera, le atraen los festejos populares que abandonan el centro de la ciudad y se van a las afueras. Una zona, su ubicación, donde está prevista la construcción de viviendas. Una zona, su ubicación, que obligará a los fuenlabreños a coger el coche, con el riesgo que esto conlleva. Una zona, su ubicación, de acceso cuanto menos limitado. Cuestiones, eso sí, que dan para seis años vista. Plazo más que suficiente para seguir perpetuándose en el poder.