Sara Hernández Getafe

Según parece –así lo afirma al menos un estudio estadounidense citado por la BBC—los huracanes con nombre de mujer resultan ser más letales y destructivos que los que llevan nombre de varón. Y la explicación que proponen los investigadores es, agárrense, el sexismo subliminal que subyace en el imaginario colectivo de la Aldea Global. Por lo visto, la gente toma inconscientemente menos precauciones cuando se aproxima un huracán femenino que cuando se aproxima un huracán masculino, por aquello del llamado sexo débil.

Pero las fuerzas de la Naturaleza se encargan de demostrarnos todos los días que eso del sexo débil es una patraña, y que el sexo femenino puede ser tan destructivo al menos como el masculino, ya sea por capacidad innata o por falta de previsión de las víctimas. Porque si iguales son mujeres y hombres ante la Ley, e iguales en capacidades profesionales, intelectuales, directivas, etc., lo son tanto para la excelencia como para la catástrofe.

Véase, si no, a Sara Hernández, epígona de Pedro Castro por obra, gracia y consentimiento de Ahora Getafe –y mañana Dios dirá—, que en dos años de mandato ha batido unos cuantos récord de desbarajuste. El primero, dejar al grupo socialista en el Ayuntamiento de Getafe con 7 concejales, pues la octava concejal fue expulsada del grupo y del PSOE por denunciar los abusos de la amiga Cristina, la que no quería pagar los tiques de los subterráneos. El segundo récord de dejadez, llevar a Getafe al punto máximo de suciedad desde que hay registros históricos: las quejas vecinales por la falta de aseo y limpieza de la ciudad han subido un 100% en un año. El tercer récord de incompetencia, el de despidos de empleados de la empresa pública de limpieza LYMA; 25 operarios a la calle por practicar picarescas de menor cuantía a costa de las ayudas sociales de la empresa. Despedidos fulminantemente por una bagatela, precisamente cuando más falta hacían para que las calles de Getafe recuperen su color y su olor de antaño.

Cuarto récord de descomposición, el de inseguridad ciudadana, que ya hemos tratado en varias ocasiones, y que no tiene visos de mejorar por la menguante plantilla de agentes de policía local y la falta de medios a su disposición. Y, para más inri, encima, por decreto y sin consensuar con la plantilla policial superviviente, la Alcaldesa les cambia el día de la celebración de su Patrón, para tenerlos todavía más “contentos”.

Quinto récord en estragos, el de los inexplicables retrasos en la concesión de licencias urbanísticas: un año de retraso en media, provocado por la falta de personal en las áreas técnicas del Ayuntamiento. Retraso que, en el caso de la Empresa Municipal de Suelo y Vivienda para las 147 viviendas de El Rosón se eleva a dos años, quizá porque Sara Hernández quiere cortar cintas y entregar llaves justo antes de las próximas elecciones… No en vano, qué casualidad, la EMSV acaba de licitar su construcción.

El sexto récord en dejadez e incompetencia llegó con la ola de calor y con la más que previsible afluencia masiva de los vecinos de Getafe a las piscinas municipales para encontrar algo de alivio ante el calor africano que calcina el centro de la Península. ¿Qué se encontraron los sofocados vecinos? Servicio y colas también africanas bajo un sol sahariano, colas provocadas también por la falta de personal en las taquillas.

Podríamos seguir enumerando tropelías, abandonos e injusticias de Sara Hernández y su gobierno, pues dos años de desgobierno sectario dan para mucho. Y ni siquiera puede aducirse como excusa para tanto abandono e incompetencia que Sara Hernández lo dejó todo para asegurar su futuro político en el PSOE, pues no se le ocurrió otra cosa que apostar al caballo que todo el mundo, hasta los menos informados, daba por perdedor. Cierto que Pedro Sánchez ha rescatado a Patxi López, para que no se notara demasiado la masacre que está ejecutando entre quienes le dieron la espalda para apoyar a Susana Díaz. Lo que ya parece menos probable es que perdone también a Sara el haberle vuelto la espalda cuando más lo necesitaba.

Es difícil, francamente, hacer las cosas peor; tanto en lo que toca a la gestión municipal como en lo que concierne a la supervivencia política. A Getafe ha llegado el huracán Sara, que pocos tomaron en consideración cuando se aproximaba a la ciudad. Sin embargo, se ha instalado en ella, y lleva dos años causando estragos entre los confiados getafenses, que no podían creer que una mujer joven, formada y con cierta experiencia de gestión pudiera ser tan sectaria, altanera y destructiva. Vivir para ver.