Ganga-Monica

Se dice que la Casa de Tócame Roque estaba situada en pleno barrio de la Justicia en Madrid, donde se ubica también la plaza de Chueca. Un enclave que, ficticio o real, gozó de gran popularidad allá por el siglo XIX. Impagos de alquileres, disputas por herencias y líos de Justicia -como el barrio donde se ubicaba-, que mezclaba a vecinos contra vecinos, contra el Ayuntamiento, y al Ayuntamiento contra todos, era el quehacer cotidiano del edificio.

Fue tal su popularidad que los dramaturgos y saineteros de la época inmortalizaron las historias en sus obras. Es más, el refranero popular lo amoldó de tal manera que hoy día se utiliza la expresión ‘esto es como la Casa de Tócame Roque’ para hablar de un lugar, un hogar o incluso, una empresa, bulliciosa y alborotadora, donde son frecuentes las riñas y disputas entre todos.

Ficción o realidad -Benito Pérez Galdós habla de ella en varios de sus escritos- hoy en Getafe, GISA es lo más parecido a la popular casa y ello a resultas de la judialización que estos días vive la empresa municipal. Por un lado, se ha destapado que presuntamente Alberto Ganga, abogado de la acusación contra ediles del PP de Getafe en el ‘caso Teatro’ -del que Ganga siempre se ha dado golpes de pecho diciendo que no cobra ni un céntimo y lo hace por amor a la vecindad-, cobró de GISA 60.000 euros de indemnización en 2015 cuando era consejera delegada de la empresa Mónica Cerdá, que entonces era concejala del PSOE y persona de ultraconfianza de Sara Hernández, máxima responsable de la empresa municipal y del Ayuntamiento.

Pero hete aquí que aquella relación de confianza quebró y con ello aparecieron nuevas disputas judiciales, donde Cerdá, tras autorizar -presuntamente claro-, la indemnización, se valió de los servicios jurídicos de Ganga para dirimir aquella rota relación y otros asuntos de Justicia. Todo esto ha valido para que el PP de Getafe se haya olido la tostada de ser víctima de un aquelarre judicial urdido desde la GISA socialista y el Gobierno local y tire hacia adelante con una querella, aun no interpuesta y en fase de redacción, contra los tres: Ganga, Cerdá y Hernández.

Pero, y aquí la otra pieza del puzzle, la alcaldesa, hábil ella en bailar con todos y nunca con la fea, ha adelantado por la izquierda con otra querella -esta sí, presentada- contra el PP y la propia Mónica Cerdá, antes socialista y de la que ahora se comenta que suspira por crear una nueva formación. Contra los populares, porque el despido de Ganga -por 29 días currando en GISA antes del advenimiento a la Alcaldía de Sara- pudo ser improcedente en la legislatura pasada. Y contra Cerdá, por el pago de los 60.000 euros cuando era consejera delegada y, no se olviden, mano derecha de Sara Hernández.

Y así GISA, o la Casa de Tócame Roque de Getafe, es un lío de querellas ciertas e inciertas entre unos y otros y con una sola certidumbre: trabajar en la empresa municipal, el tiempo que sea, es una ‘Ganga’.