pleno leganes

Malos tiempos para el trabajo en Leganés. Y no se trata de ser pájaro de mal agüero, que en Leganés ya hay mucho cenizo. Sino de constatar una realidad en la ciudad que en septiembre se ha convertido en el motor de destrucción de empleo en la zona sur de Madrid. Preocupantes datos de paro los que esta semana se han conocido. Cifras que por desgracia repercuten exclusivamente en el vecino de a pie y en ese emprendedor que quiere sacar adelante una vida digna a través de su negocio. Ellos son las víctimas de la ineptitud de una clase dirigente local que, ya advertimos en el último número, tiene a la ciudad paralizada. Y de esa inmovilidad perpetua de unos y de otros, estos lodos.

Porque en Leganés, muchos se han pensado que a río revuelto ganancia de pescadores. Que estar incrustado en el caos perpetuo y en la bronca constante trae consigo abundancia de pescado, igual a votos. Estos, los de la bronca, los del bloqueo, los de los trastos a la cabeza, se creen una especie de mesías que, como Jesucristo, multiplicarán panes y peces que después, por eso de la confianza, claro, repartirán entre la ciudadanía.

Los vecinos de Leganés ya saben quién es el adalid del desorden en la ciudad, el campeón de la trifulca y la algarada como instrumento de política. Es él, sí. El eterno aspirante. El superhéroe vecinal con cara de hormigón armado que de un tiempo a esta parte ha puesto en el centro de su diana ‘tuitera’ a la Unión Empresarial de Leganés (UNELE). Insulto un día sí y otro también. Dardos envenenados constantes con acusaciones veladas y, en general, descafeinadas. Y gran parte de esos puntazos giran en torno a las ayudas públicas que según el líder de ULEG -por si no lo sabían- se lleva la Unión Empresarial de Leganés.

Habla de dinero público la sartén en referencia al cazo. Un personaje que lleva más de una década en la poltrona de la oposición llevándoselo crudo. Y claro, cuando se lo recuerdan desde UNELE, pocos argumentos le quedan al superhéroe vecinal que prefiere embarrar y judicializar la vida política a trabajar verdaderamente por el progreso de la ciudad.

Leganés, que desgraciadamente ve como está paralizada la inversión y como por el contrario el contador de trabajadores del paro sube como la espuma, se encuentra huérfana de política. Alguien pudiera pensar que con el fallo tradicional de ULEG, la eterna oposición, quedaría alguna esperanza de buscar reacción en el resto de partidos. Pero estos, sin embargo y como es habitual en la vida política, están más preocupados por las cuitas y batallas internas con el objetivo de hacerse con el poder local…pero del partido, no de la ciudad.

Y sino, ahí está el divorcio a la italiana de Podemos-Leganemos. O la falta de solidez de un Partido Popular descabezado a día de hoy. O un alcalde sin reacción que sigue sin convocar la ‘Comisión Almagro’ y no sabes a qué espera. Tanta mediocridad alrededor. Tanta bulla y algarabía no hace, por desgracia, más que agrandar la brecha laboral y social. Septiembre ha sido un aviso a la ineptitud política. Siempre hay tiempo de reacción. Y si no hay capacidad…A su casa que la paciencia se ha agotado.