Carlos Delgado Leganés

Los vecinos de Leganés ya conocen a su sicofanta. Recordamos que en la vieja Grecia se conocía con este término a los acusadores profesionales que vivían de difamar a notables, infinitamente mejores que ellos, para sacarles grandes sumas de dinero o, simplemente, por el morbo de tratar de hundir el buen nombre de alguien respetable. Le pasó a Sócrates, a Critón y también en la todopoderosa Roma, el emperador Trajano. El recuerdo de los tres, eso sí, salió indemne para la posteridad de los aguijonazos pendencieros de estos sicofantas.

Como decíamos, Leganés tiene a su sicofanta bien identificado. De hueso y mucha carne. A este personaje de la política pepinera no le faltan arrestos para vilipendiar y difamar a quien se le pone por delante. Y en última instancia, casi siempre, lo lleva ante los juzgados por motivos de lo más variopintos. Esa es su labor de oposición, la que ocupa eternamente desde hace diez años mientras se lleva crudo al año 60.000 euros.

Judicializar la política. Ese es el cometido de Carlos Delgado. El superhéroe con cara de hormigón armado, líder supremo de ULEG. Ese mismo partido que entre sus filas cuenta con el concejal Almagro, que cobra 40.000 euros del Ayuntamiento de Leganés mientras mantiene su puesto de trabajo en una empresa ferroviaria.

La pregunta evidente es: ¿qué interés tiene este Savonarola de bolsillo, aprendiz de Napoleón, en llevar a todo el mundo ante un juez? Y la respuesta la encontramos en la otra faceta de Delgado: la de leguleyo, a pesar de que el Ilustre Colegio de Abogados le obligó a retirar de su cuenta de Twitter tal propiedad.

El sicofanta -primero- y leguleyo -después- se representa a sí mismo, o a su partido, en todas las cuitas judiciales que inicia desde el rencor y el odio que le han caracterizado a lo largo de su vida política. Gracias a ello, Delgado suma a los 60.000 euros anuales que cobra del erario público el sobresueldo de la minuta como leguleyo, cerrando el triángulo del horror como cobrador del frac.

Ahí está el chollo de Carlos Delgado. De la política profesión y de los juzgados comisión. Acusa primero, cobra después. Como la banca de bonos tóxicos, siempre gana. Y un ejemplo son las minutas de 1.200 euros que ha pasado al Ayuntamiento de Leganés por varios contenciosos contra la institución y que este año ha pasado al cobro.

Esta es solo la punta del maligno, oscuro y tendencioso iceberg que representa ULEG, erigido falsamente en partido vecinal y que solo sirve a los intereses de un único personaje: el sicofanta y leguleyo Carlos Delgado. Existe en Leganés la comisión Almagro, la del concejal de los 40.000 euros, que debería investigar también este bussines del superhéroe vecinal. Son tantas preguntas las que esa comisión debería formular que, hoy más que nunca, debe arrancar de una vez por todas para arrojar luz sobre este partido.
Señor alcalde, señorías del PP, Leganemos y señor Bejarano. Abandonen el miedo. Cumplan con lo aprobado por el Pleno y destapen de una vez por todas a este oscuro personaje. Los vecinos merecen más talla de sus políticos.