pleno pinto vacio

Las misiones principales de cualquier gobierno democrático son mantener la paz y la armonía social, promover la creación de empleo y riqueza, fomentar la cultura y resolver los problemas reales de los ciudadanos ofreciéndoles, a cambio de sus impuestos, servicios públicos de la máxima calidad posible. Y si esto se predica de cualquier gobierno democrático, todavía con mayor razón en el caso de los gobiernos municipales, que son los más cercanos y los mejor informados de los anhelos, de las necesidades y de los problemas de los vecinos.

Sin embargo, no parece que sean estas las metas principales de Ganemos Pinto y de su primer edil, Rafael Sánchez, quienes están más interesados en imponer a los pinteños sus rancias catequesis comunistoides travestidas de “nueva política” que en trabajar de verdad por los vecinos. Hace mes y medio que, desde estas líneas, criticábamos la obsesión de la marca blanca de Podemos en Pinto por un pasado que no fue glorioso, sino sangriento, y que no fue de armonía y paz, sino de división y violencia. Pasado que se obstinan en reivindicar con la bandera republicana tricolor de la Segunda República –la bandera de la Primera República fue rojigualda, no lo olvidemos—olvidando las responsabilidades y los problemas del presente. Y también advertíamos de las constantes chapuzas políticas y administrativas, así como de las maniobras filibusteras con las que Ganemos Pinto obsequia a la oposición y a los pinteños, por ejemplo, a cuenta de la negociación sobre la bajada del IBI.

Todo en Ganemos Pinto y en su casa matriz, Podemos, es propaganda, todo es imagen y todo es ideología liberticida y antiespañola de vulgata travestida de “nueva política”. Como la sorprendente cacicada de romper unilateralmente el acuerdo de principios de legislatura sobre mantener el apoyo económico del Consistorio a la celebración de los encierros taurinos, arraigada tradición en Pinto que se remonta al siglo XIX. Cacicada en grado superlativo y por partida doble pues, además de saltarse a la torera –nunca mejor dicho—un acuerdo mayoritario del Pleno del Ayuntamiento, Ganemos Pinto quiere liquidar, por asfixia financiera, una arraigada tradición cultural que comparten muchos municipios de la Comunidad de Madrid e infinidad de pueblos y ciudades de España: la tauromaquia, participativa y en directo; porque la afición taurina no sólo se traduce en comprar un abono de Las Ventas o en asistir a las corridas programadas para las fiestas patronales. Los encierros también son tauromaquia, tauromaquia popular que, si los podemitas pinteños fueran coherentes con lo que predican, deberían promover en lugar de perseguir.

Sin embargo, Ganemos Pinto no está por la armonía y la paz social, no está por promover la cultura, tampoco se le espera a la hora de atraer inversiones para crear empleo y riqueza y se desconocen cuáles son sus aportaciones y proyectos para mejorar los servicios públicos del consistorio pinteño. Rafael Sánchez y sus pupilos están demasiado ocupados en crear problemas donde no los hay, en exacerbar los que ya existían y en dividir a los pinteños con conflictos artificiosos, por aquello de divide et impera, que dijo César.

Sin embargo, el tiro parece que les ha salido por la culata. En el pasado Pleno del Ayuntamiento, Rafael Sánchez dio claras muestras de su talante democrático expulsando a una concejal del PP que protestaba por la decisión unilateral del Alcalde de no subvencionar los encierros. Y no contento con eso, permitió que sus concejales tacharan de cobardes a los ediles del PP cuando, en solidaridad, abandonaban el salón de plenos, provocando la solidaridad de PSOE y Ciudadanos con los expulsados. Una cornada en toda regla, con revolcón incluido, recibida por el gobierno de la marca blanca de Podemos en Pinto. Pitos del público y serio aviso a los maletillas de Ganemos Pinto.