aventura noticias deportes madrid

Han pasado ya casi 450 días desde que Josetxo Valencia empezara a dar pedaladas en las australes tierras de Ushuaia (Argentina) para consumar el segundo desafío de ‘Un pájaro sin nido’, ese novelesco proyecto que pretende reivindicar el uso de la bicicleta como medio de transporte ecológico y sostenible a través de un gigantesco recorrido repartido por los cinco continentes. Completada la estación euroasiática (15.000 kilómetros), el intrépido aventurero getafense está ya a poco más de 2.000 kilómetros de completar los 28.000 de la segunda etapa, ‘Americleta’, que le llevará desde Tierra de Fuego hasta Alaska.

Josetxo acaba de dejar atrás White Horse, la capital del célebre territorio canadiense del Yukón, y gracias a las nuevas tecnologías, que convierten en tremendamente accesibles cosas hasta hace bien poco quiméricas, Al Cabo de la Calle ha podido no solo localizar sino mantener una interesante conversación vía WhatsApp con este vecino del barrio de Juan de la Cierva que ya casi otea en el horizonte la meta de su segunda epopeya.

Cerca ya de la frontera con Alaska, en pleno escenario de la mítica ‘fiebre del oro’, Josetxo lucha a brazo partido con su peor enemigo, “el frío, porque aquí la primavera sigue siendo helada y nieva bastante. Por las noches se congela hasta el agua y eso no lo llevo nada bien”, comenta, aunque tampoco es algo que le haga arredrarse a estas alturas. “Después de más de catorce meses en esto se nota que el tema psicológico de estar tanto tiempo solo te va afectando, pero físicamente estoy como un toro y lo voy llevando bastante bien a nivel anímico”, subraya.

La meta está muy cercana, “a poco más de 2.000 kilómetros por la ruta más directa hasta Anchorage”. El problema es que le hubiera gustado haber atravesado toda Alaska y haber llegado hasta el Ártico, “pero en la salida de Estados Unidos no me pusieron sello en el visado y me dieron tres meses de estancia en el país” -Alaska es territorio americano-  “así que igual tengo que hacer la ruta menos larga y en ese caso en menos de dos meses habría acabado”.

Con la mente ya puesta en el tramo final de tan apasionante reto, el ‘trotamundos’ getafense no vacila al remarcar lo mejor del viaje. “La gente. He visto pueblos y ciudades espectaculares, playas, selvas, montañas increíbles… pero la gente es la que marca la diferencia”, reitera.

En el otro fiel de la balanza sitúa “el frío, mi gran talón de aquiles. He estado encantado atravesando toda Sudamérica y Centroamérica con muchísimo calor, pero entre el norte de Estados Unidos y Canadá lo estoy pasando fatal”, admite, “porque como buen español llevo muy mal el frío”.

Las anécdotas le brotan por doquier, pero por citar alguna señala la que vivió a su paso por uno de los territorios más conflictivos de México “Llegué a un pueblo del estado de Sinaloa llamado Costa Rica y resulta que varias personas me reconocieron, ya que sabían de mi aventura a través de Facebook. Ni cortos ni perezosos avisaron al alcalde”, relata, “que vino en una enorme ‘pick up’ (furgoneta), me llevó a un hotel impresionante con todo tipo de lujos y allí me tuvieron dos días viviendo auténticamente a cuerpo de rey y llevándome a desayunar, a comer, a cenar… No querían que me fuera. Fue impresionante”, recuerda con no poca nostalgia.

Y es que pese a la mala reputación contraída por regiones como la propia Sinaloa y Sonora por los cárteles del narcotráfico o países como Honduras y El Salvador por las temidas ‘maras’, Josetxo rompe una lanza por su gente, “que es maravillosa y sin duda la que mejor me ha tratado pese a ser un sitio tan conflictivo”.

Otra cosa que le ha sorprendido gratamente “son las constantes ayudas económicas de la gente por donde quiera que he pasado. Yo no me pongo con un bote a pedir dinero, pero la gente a menudo viene y me da. El otro día”, recuerda, “llegó un hombre, me soltó 40 dólares y me dijo que eran para que le diera más caña a la bicicleta”.

Además del frío, señala con tono compungido que otro de los asuntos que peor ha llevado durante la expedición “es el tema de la emigración ilegal. Casi todas las fronteras están atestadas de campamentos con gente que trata desesperadamente de pasar de un país a otro y es un verdadero drama”, lamenta.

De momento su preocupación pasa por evitar que algún oso le quite el sueño o la comida “porque me he cruzado al menos una veintena en el último millar de kilómetros”, tal y como puede observarse a través de su página de Facebook (Facebook.com/unpájarosinnido) donde Josetxo cuelga siempre que puede una serie de vídeos que atestiguan lo fascinante de su aventura americana.