El Gobierno de Alcorcón se ha rendido, está sobrepasado; y la inseguridad en las calles, así lo manifiesta. La última, este pasado lunes, con tres apuñalamientos a las puertas de una discoteca en el centro de la ciudad. Según Delegación del Gobierno, una pelea más en la guerra de las bandas latinas. En este caso: Dominican Don’t Play (DDP) contra los Trinitarios.

No será que se venía avisando, desde aquella batalla campal en la plaza de San Pedro Bautista, a primeros de abril de 2021. Pero uno de los partidos de Gobierno, Ganar Alcorcón, decía que era por “problemas de desigualdad”, y remataba que “la Comunidad de Madrid es una de las regiones más desiguales de España”. Ya se sabe, el infierno son los otros, y la paja en el ojo ajeno, pero no en el propio.

Luego vendrían las fiestas patronales, más batallas campales o el informe de que siete bandas latinas se disputaban el control de las ciudades del Sur de Madrid, entre ellas Alcorcón. Y recientemente, el Ministerio del Interior publicaba los datos criminales del 2021, con un incremento de las infracciones penales en todos los municipios, con respecto a 2020. Normal, por otro lado, dado que el Gobierno nos tuvo encerrados en casa de forma ilegal.

Con los datos del Ministerio del Interior en la mano, la alcaldesa y los responsables de Seguridad de Alcorcón son manifiestamente incompetentes en la materia. Y esa ineptitud la están pagando los vecinos

Por tanto, alguien podría decir que la sensación de inseguridad es genérica; que no hay autoridad, empezando por los propios responsables políticos, que se ciscan la Constitución y aquí paz y después gloria, o caer en el reduccionismo de Podemos y el comodín de la desigualdad. Y puede que tenga razón, pero no es casual que en municipios vecinos como Fuenlabrada, Leganés o Pinto, los delitos entre 2021 y 2019 hayan bajado, mientras en Alcorcón también suben en ese intervalo.

Algo falla en la localidad alfarera y el diagnóstico es evidente: es una ciudad sin ley. Y no como aquellas románticas del lejano oeste, retratadas en los clásicos de John Ford, Howard Hawks, John Sturges, Raoul Walsh o en otro estilo dentro del género: Sam Peckinpah, Sergio Leone o Lawrence Kasdan. La realidad, por desgracia, es mucho peor.

No hay que ser muy avispado para ver que la alcaldesa de Alcorcón, Natalia de Andrés, no es la Joan Crawford de ‘Johnny Guitar’. Ojalá. Si tuviera la misma dignidad, ya habría dimitido tras ser condenada a cinco años de inhabilitación mercantil por la quiebra de EMGIASA. Pero ahí sigue aferrada a la poltrona, junto a dos cargos de confianza también condenados a inhabilitación por los mismos hechos.

¿Con qué autoridad, un Gobierno liderado por esta alcaldesa, va a imponer el orden en la ciudad? Con ninguna, evidentemente. No está legitimada. Con los datos de Interior en la mano, tanto la regidora como los responsables de Seguridad (concejal y director) son manifiestamente incompetentes. Y esa ineptitud la están pagando los vecinos, cansados de ver a su municipio en las noticias por reyertas y luchas de bandas.