Desde tiempos inmemoriales, las autoridades marítimas del momento han publicado boletines periódicos donde se informa a los marinos de los cambios que han experimentado faros, balizas o las profundidades y calados del mar. Porque el mar, como la naturaleza, está en constante cambio y las aguas que se surcaban ayer no son las mismas de hoy.

Comunicar esas variaciones, conocidas en el mundo marítimo como avisos a navegantes, es fundamental para que las tripulaciones naveguen con cierta seguridad. Ahora bien, pobre de las navegaciones que pasen por alto los avisos de las autoridades marítimas. Pues corren el riesgo de zozobrar, encallar y, en el peor de los casos, naufragar para finalmente hundirse. Hasta los grandes transatlánticos están expuestos a esos cambios del mar y sus aguas y les conviene seguir a pies juntillas los avisos de quien conoce los peligros de la navegación.

Las generales del 28 de abril han supuesto una suerte de huracán que ha hecho tambalear al PP, que se la juega en menos de un mes en las municipales

Como en la mar, la vida misma tiene en distintas formas ese tipo de aviso a navegantes que te hace replantearte ciertos postulados y comportamientos de tu día a día. Igual que en política, de cuando a en cuando, se producen alertas que, de no tenerse en cuenta, amenazan con hundir a un partido que ni en sus peores pronósticos vaticinaban un resultado como el de las últimas elecciones generales del pasado 28 de abril.

Sí, hablamos del Partido Popular, en fuerte retroceso a nivel nacional. Los populares han sufrido un descalabro descomunal. Las urnas han sido el aviso a navegantes que, tal vez, necesitaba el PP para reformular sus principios y recuperar la confianza del centro y la derecha, pues los populares se han quedado en tierra de nadie, encallados y no saben si virar a barlovento o a sotavento.

En política, como en el mar, también hay avisos a navegantes que de no tenerse en cuenta pueden llegar a hundir a auténticos trasatlánticos

En esos momentos de zozobra, cuando un aviso a navegantes viene personalizado, conviene analizar la situación desde la autocrítica, mirar al puerto desde el que se partió e invertir el rumbo para llegar al destino elegido sano y salvo. Obviamente las generales han supuesto una suerte de huracán que ha hecho tambalear al PP. No lo ha hundido, es cierto, y el timón, la mesana y las velas pueden ser reconstruidas antes de la siguiente cita electoral que no es otra que las elecciones municipales del 26 de mayo.

El PP, que todavía sigue siendo la segunda fuerza en España, se la juega en menos de un mes. No es el tiempo deseado para reparar todos los desperfectos de la embarcación. Los comicios nacionales han abierto un enorme boquete en el partido que se debe tapar con autocrítica. Se han hecho las cosas mal, muy mal, para que cuatro millones de votantes se hayan disgregado a otras formaciones. Partidos que, por otro lado, tienen bien definido su rumbo, saben lo que quieren y hacia donde van dirigidas sus velas.

Las segundas oportunidades existen y la política municipal, la del día a día y la de la calle, se presenta como una suerte para enmendar los errores del pasado. Y sobre todo evitar que la tormenta del 28 de abril se repita el 26 de mayo.