El cine es sensacional. En 1997, Barry Levinson llevaba a la gran pantalla ‘La cortina de humo’, con Dustin Hoffman, Robert De Niro, Anne Heche, Woody Harrelson, William H. Macy y Denis Leary en estado de gracia. Adaptación de la novela de Larry Beinhart, por parte de David Mamet (palabras mayores). Y como colofón, música de Mark Knopfler.

La película es todo un cuadro sobre los entresijos del poder y el uso de la comunicación para tapar las vergüenzas del primero, aprovechando la idiocia de una opinión pública anestesiada. Se utiliza una excusa tan burda a la que el populacho presta atención, mientras un escándalo pasa de puntillas.

Por ejemplo los disturbios estos días por la libertad del tal Pablo Hasel, que ha entrado en prisión al acumular varias sentencias por enaltecimiento del terrorismo y agresión. Menudo prenda. Es lo que tiene el Estado de Derecho, que tú eres libre de hacer lo que quieras siempre que asumas las consecuencias de tus actos. Es lo justo. Lejos de ahí, sin embargo, solo encontrarás la barbarie.

¿Y quién utiliza a los bárbaros para tapar sus vergüenzas? Pues ese partido de Gobierno llamado Podemos. El asunto Hasel le ha venido que ni pintado para desviar la atención del ‘caso Neurona’, por el que está imputado su fundador Juan Carlos Monedero, y cuyos tentáculos llegan, presuntamente, hasta Alcorcón. También el escándalo de la niñera de Galapagar, que le cuesta al erario público (esto es, a usted y a mi), unos 50.000 euros brutos al año.

El portavoz de Podemos, Pablo Echenique, azuzaba anoche a la masa violenta en Madrid, al grito de la lucha de la clase obrera. Qué paradoja que gentuza que no ha dado palo al agua en su vida, amedrente a trabajadores refugiados en las tiendas por el lanzamiento de piedras. Otra paradoja es que desde un partido de Gobierno se alienten manifestaciones contra un sistema que les ha dado la posibilidad de gobernar.

Lo de Echenique recuerda al impresentable Quim Torra pidiendo a sus cachorros el famoso ‘Apreteu’ para ocultar como ha llevado a una de las regiones más prósperas (Cataluña) a la ruina.

Decía el historiador romano Publio Cornelio Tácito para destapar a este tipo de personajes, que «como pretexto ponen la libertad y otras hermosas palabras. Nadie que en la Historia haya ambicionado someter a otros bajo su dominio ha dejado de emplear esos mismos términos».

Han pasado miles de años de la gloriosa Roma, que también tenía a sus Echeniques, Podemos, bárbaros y Torras de turno. No son por tanto originales, pero siguen siendo peligrosos. No hay que irse al pasado para revivirlo, simplemente basta para trascenderlo ser conscientes de que la miseria y bajeza de estos políticos no nos renta en absoluto.