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Pocas ciudades como Alcorcón pueden disfrutar del  privilegio de contar entre sus vecinos con dos campeones del mundo como Álex Pintor y Alberto González, quienes recientemente subían a lo más alto del podio en el Campeonato del Mundo de la International Sport Karate Association (ISKA) celebrado en Stuttgart. Mientras Álex se imponía en K-1, Alberto lo hacía en Kick Boxing. En  ambos casos hablamos de deportes de contacto que mezclan las técnicas del boxeo con las de algunas artes marciales.

Ambos visitaron la redacción de Al cabo de la calleacompañados por Ricardo González, el entrenador que ha guiado sus pasos desde los inicios en el Gimnasio Escuela Alcorcón, y luciendo los espectaculares cinturones que les acreditan como campeones del mundo. “Son dos tíos que llevan conmigo diez años, que son deportistas, gente respetuosa que se ha criado en el gimnasio desde pequeños y que saben comportarse. Son grandes competidores y grandes deportistas”, explica Ricardo a modo de presentación.

El experimentado preparador considera que “hay más afición de la que parece a estas especialidades, aunque sigue siendo un deporte minoritario”, admite a la par que rompe una lanza en favor de los deportes de contacto y critica el desconocimiento que existe en la sociedad. “No se le da la suficiente información a la gente. Se ha hecho una campaña de desacreditación brutal, sobre todo hacia el mundo del boxeo, pero aquí hay gente que tiene cabeza, que ha estudiado y que sabe estar en el mundo”, subraya.

A sus 22 años y con 73 kilos de peso, Álex Pintor es el nuevo monarca mundial de K-1, aunque su vida deportiva pudo discurrir por otros derroteros. “Yo jugaba al fútbol de pequeño en el Alcorcón, pero un día un amigo me dijo que iba a apuntarse a un gimnasio que había cerca de mi casa y al final decidí probar. Tenía 12 años y aquí seguimos, en un deporte que me ha dado grandes momentos”, relata.

Lejos de vanagloriarse por su reciente éxito a nivel mundial, se define como “un chaval normal. He seguido con mis estudios, he salido con mis amigos y he sacado tiempo para todo. Cierto es que cada vez me tengo que manejar con más profesionalidad, pero lo importante”, recalca, “es que tanto sacrificio te da una sensación difícil de repetir cada vez que consigues una meta”.

Llegó a Stuttgart “con un nivel muy alto de entrenamiento y una dura preparación de cinco o seis horas diarias. Ganar mola mucho”, reconoce, “pero antes hay que entrenar de verdad. Fui a ganar, a pelear y a pasar de ronda”, precisa antes de admitir que “contra Alemania llegué a pensar que me iba para casa, pero logré ganar y fue una adrenalina enorme. Cuando me levantaron la mano yo creo que hasta grité de la emoción. Fue una sensación increíble”, recuerda.

Más apocado que su compañero de batallas, Alberto empezó en este mundillo “por practicar un deporte y sentirme bien físicamente. Llegado el momento tocó hacer alguna peleíta, pero al final llegan las competiciones y te acaba picando el gusanillo. Las cosas van saliendo y te lo empiezas a creer hasta que al final llegan estos momentos de felicidad y recompensa”, señala

Los prejuicios que parte de la sociedad tiene hacia este tipo de deportes de contacto parten, según opina, de la desinformación, “La gente tiene un estereotipo creado y se piensa que los kickboxers son ‘mataparques’ o gente agresiva, pero no es así. Cuando te conocen cambia su perspectiva. Detrás de los golpes hay mucho más”, apostilla.

«Es muy difícil vivir de esto»

Si en algo coinciden Álex y Alberto es en la enorme dificultad  que entraña poder ganarse la vida exclusivamente de este deporte. “Es muy difícil vivir de esto. Tienes que ser muy bueno y encima tener buenos padrinos. Por eso lo suyo es tener unos estudios, una preparación detrás”, sostiene Alberto.

Ricardo destaca que “son dos deportistas que tienen capacidad de sobra para llegar hasta donde quieran. Su palmarés es impresionante”, remarca, “pero en este deporte hay también un factor de suerte y de estar en el sitio apropiado para que te vea la persona adecuada. Actitudes y aptitudes tienen de sobra, pero hace falta ese punto de fortuna para poder vivir de ello”, afirma antes de añadir que “ahora mismo en países como China o Alemania, por ejemplo, se está poniendo mucho dinero, pero la realidad en España es que resulta muy difícil”.

Álex apuesta por ir paso a paso y deja claro que “todavía tenemos por delante muchísimos retos. No hemos tocado techo y nos quedan unos cuantos escalones dentro del mundo profesional hasta alcanzar el nivel de referentes como el italiano Petrosian o el tailandés Buakaw”, reitera

En lo que coinciden los tres es en el elevado nivel que estos deportes de contacto tienen en una ciudad como Alcorcón. “Aquí hay muy buenos púgiles profesionales y amateurs. Es una ciudad en la que este deporte está muy arraigado”. No en vano, Ricardo González tiene una considerable lista de espera para entrar en la Escuela Gimnasio Alcorcón, un dato revelador de la pasión que estas modalidades despiertan en la ciudad.