La acumulación de basuras en las calles de Alcorcón se antoja insostenible. Prácticamente, un problema de salud pública. No hay día que la ciudad no amanezca con sus islas ecológicas y contenedores repletos de residuos, escombros, desechos y desperdicios para sonrojo de la clase política. De toda la clase política: Gobierno y oposición. Pues dada la envergadura del problema, no parece casual que Alcorcón sea, en este momento, más que una ciudad, un vertedero incontrolado.

El conflicto viene de lejos y tuvo en la huelga de basuras de 2014 su mayor episodio. No en vano, el asunto ha coleado hasta finales de 2018, cuando el Tribunal Supremo ha declarado en firme que aquella huelga fue abusiva, dando así la razón al Ayuntamiento gobernado por David Pérez y señalando expresamente a los convocantes de aquella movilización.

El conflicto viene de lejos y tuvo en la huelga de basuras de 2014, declarada recientemente abusiva por el Supremo, su mayor episodio

El alcalde, sin embargo, no puede celebrar esta victoria pírrica pues basta dar una vuelta por Alcorcón para ver en qué situación se encuentran las islas ecológicas. Y llama poderosamente la atención que, en muchas de ellas, día si y día también, se encuentren multitud de colchones (hasta 60 en un solo día). De hecho hasta el propio sindicato Comisiones Obreras llamaba a buscar “una solución a este despropósito”.

No es normal la cantidad de colchones que se encuentran por las calles de la ciudad. No es lógico que los vecinos, por arte de magia, se pongan de acuerdo para cambiar de colchón en un mismo día y a la misma hora. ¿Quién o qué hay detrás de este aluvión?, se preguntaba el alcalde, David Pérez. Y lo hacía con razón, pues cuesta demasiado creer que esto sea una situación cotidiana que, por ejemplo, en otras ciudades vecinas no se da.

Por tanto, resulta obvio que hay alguna especie de boicot o sabotaje. Sobre todo por este vertido masivo de colchones en Alcorcón. Cierto es, que el Gobierno municipal tiene la responsabilidad de mantener una ciudad limpia para sus vecinos. Obligación que también se extiende al resto de partidos de la oposición (PSOE, IU, Ganar Alcorcón y Ciudadanos) que tienen voz, voto y mayoría en el consejo de administración de ESMASA, encargada de la recogida de basuras en la ciudad.

Por la cantidad de colchones depositada en los contenedores (hasta 60 en un día) resulta evidente que hay una especie de sabotaje

Porque si la crisis de las basuras ha tomado las calles de Alcorcón, la situación es igual de crítica en la empresa municipal, bloqueada y se podría decir que ‘secuestrada’ por los intereses partidistas de los unos y los otros. Surgen así varias preguntas: ¿por qué no se otorga plenos poderes a la recién nombrada presidenta, Ana Gómez? Incluido el de la potestad de sancionar a quien incumpla con su trabajo. Obviamente respetando los principios de proporcionalidad y motivación.

Pero parece que la cosa ha cambiado a raíz de la portada publicada por este periódico el 9 de enero. Los partidos de la oposición, al menos por el momento, abandonan la estrategia del no a todo y ahora apoyan al PP para limpiar la ciudad este fin de semana. ¿De verdad es necesario presionar así a la clase política para que haga su trabajo, cuyo salario sale de nuestros bolsillos? Un poquito más de altura de miras, señores políticos. Alcorcón se lo merece.