La presunción de inocencia es un pilar fundamental de las sociedades avanzadas, libres y democráticas. Una conquista occidental. Todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario. Nuestra Constitución así lo consagra y era algo que, afortunadamente, teníamos integrado y asimilado como natural.

Pero llegó Podemos, coincidiendo con el volumen de corrupción entre los dos grandes partidos, PP y PSOE, que se iba destapando, a la par que galopaba la crisis económica. Los españoles veíamos como políticos y ciudadanos íbamos a marchas diferentes, y Podemos utilizó la rabia generalizada para escalar y llegar, incluso, al Gobierno.

Prometían regeneración, transparencia, bolsillos de cristal. No habría paz para los investigados, no ya condenados. Si alguien era imputado, por la mera sospecha, inmediatamente era sentenciado en el tribunal de la opinión pública. Seguro que los medios de comunicación contribuimos a aquello y deberíamos hacer autocrítica.

Es verdad que la mujer del César no solo debe serlo, sino parecerlo, pero de ahí a condenar a alguien que de primeras es inocente, había un paso.

Podemos tocó poder y, como suele ocurrir, se vio inmerso en diversos escándalos. Eran inocentes, claro, pero habían puesto el listón muy alto. Pero mientras los imputados de otros partidos debían dimitir, ellos no. Ya se sabe con el comunismo: haz lo que yo diga, pero no lo que yo haga.

El descrédito morado llegó a tal punto, que de sus entrañas nació Más País, la marca de Íñigo Errejón y sus satélites como Más Madrid. También con un techo de exigencia, decencia y moralidad muy alto. Ahora pueden comerse a sus creadores y hasta condicionar gobiernos, como el caso de Getafe.

Y es que en la ciudad madrileña, la izquierda gobernará con un tripartito entre PSOE, Podemos y Más Madrid. Pero hete aquí, que la legislatura va a empezar con dos concejales socialistas y la propia alcaldesa, que dijo que solo se presentaría dos legislaturas, investigados por presunta prevaricación administrativa. Un asunto nada baladí.

Ahora bien, tanto Javier Santos, Herminio Vico, como Sara Hernández son inocentes hasta que no se demuestre lo contrario. Lo defendemos como derecho constitucional, intrínseco a la persona.

Pero no somos nosotros quienes debemos pactar con ellos, sino sus señorías de Más Madrid Compromiso con Getafe, que por primera vez tienen la llave de la gobernabilidad. Ellos tienen ahora el papelón de hacer cumplir sus postulados en materia judicial o, por el contrario, mirar para otro lado con tal de tocar poder, acabando por ser lo mismo que Podemos. Prometer y prometer hasta… Gobernar. De aquí al 17 de junio, fecha de la investidura, tendrán tiempo para pensarlo.