En año de elecciones, las calles de las grandes ciudades parecen excavaciones arqueológicas. Los Gobierno de turno suelen tener el síndrome del apretón del vago. Ese mal estudiante que durante todo el curso está a verlas venir, en las musarañas, sin atender en clase, incluso molestando a sus compañeros; y cuando se acerca el final de exámenes hace que hinca los codos para cumplir el expediente. Normalmente y salvo contadas excepciones, el resultado suele ser insuficiente.

Estos planes de acerado no van a servir para tapar las vergüenzas de una gestión que a lo largo de la legislatura ha dejado mucho que desear

En Getafe, como gran ciudad, ocurre algo parecido. Desde que en 2015 se hiciera con el bastón de mando Sara Hernández y el PSOE -sin ser el partido más votado y gracias al beneplácito de Ahora Getafe-, hay una sensación de que la legislatura ha transcurrido entre el caos, la dejadez, la incompetencia y el escándalo. Una sensación de que no se ha hecho nada por el bien de la ciudad… Hasta ahora.

En este 2018, año preelectoral, el Ejecutivo municipal se ha dedicado a levantar aceras y poner patas arriba las calles de Getafe. Obras que ni las de El Escorial -como en el caso del barrio de La Alhóndiga-, alargadas en el tiempo y que han obstaculizado la movilidad -y agotado la paciencia- de los vecinos. Hay quien pensaría que los getafenses -y estas líneas- se quejan porque no se hacen obras de mejora y cuando estas se realizan… También hay quejas. Pero resulta bastante obvio que la oportunidad de las mismas tiene una clara intención electoral.

En cuatro años no se ha hecho prácticamente nada. Y en solo un año se han juntado tantas obras en los distintos barrios de la ciudad que estos planes de acerado -el último anunciado recientemente- no van a servir para tapar las vergüenzas de una gestión que ha dejado mucho que desear. Y a pesar de ello la alcaldesa quiere repetir cuatro años más. Ya lo ha confirmado el PSOE regional, aunque todavía quedará -afortunadamente- el tamiz de las urnas.

En este 2018, año preelectoral, el Ejecutivo municipal se ha dedicado a levantar aceras y poner patas arriba las calles de Getafe

Una de esas vergüenzas es el tufo que desprende el conocido como ‘caso Ganga’. Muchas incógnitas que se van a esclarecer en sede judicial. Como apartar a Intervención de la tramitación de los expedientes de contratos menores. Sin olvidar que los colegios públicos de la ciudad claman por un mantenimiento que depende del Ayuntamiento y del cual la alcaldesa hace oídos sordos.

Lejos de las cuitas judiciales -que tienen su miga- quizá este último sea el caso más manifiesto de incompetencia municipal. Porque la alcaldesa y su equipo bien que se ponen en frente de las reivindicaciones educativas contra la Comunidad de Madrid -más que justificadas por esa nefasta política de construir centros educativos por fases-, pero hace oídos sordos a las demandas de los centros públicos de la ciudad. Instalaciones como la Escuela de Música Maestro Gombau, el colegio Ramón y Cajal, el Santa Margarita de Alacoque o el Rosalía de Castro, claman por más atención y mimo de un Ejecutivo municipal que, por desidia o ineptitud, no es capaz de ofrecer. A buen seguro que este último arreón del vago o vaga no va a conseguir que los vecinos y vecinas olviden lo que ha sido esta legislatura.