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A mediados de marzo analizamos la situación del Partido Popular en Leganés tras la baja simultánea de 30 significados militantes, entre los que se encontraban el fundador de la agrupación local de AP, la anterior Secretaria General, el anterior Portavoz y buena parte del equipo del único gobierno real que ha tenido el PP en la ciudad de Leganés. “Sin novedad en el nuevo PP de Leganés” era el titular con el que resumíamos la política del avestruz seguida por la gestora de los populares pepineros, gestora nombrada por Esperanza Aguirre bajo las presiones de Ignacio González y Salvador Victoria.

Es innecesario recordar el vergonzoso fiasco electoral que protagonizó la gestora con una candidata cuyo nombre casi nadie recuerda en Leganés y que, tras la noche electoral, no volvió a pisar suelo leganense ni se dignó siquiera a recoger su acta de concejal. Nadie dio explicaciones, nadie se molestó en analizar los resultados electorales, nadie se puso colorado por el batacazo electoral y nadie hizo autocrítica. Y, tras cambiar la dirección regional de los populares, encabezada por Cristina Cifuentes, tampoco nadie en Génova 13, primera planta, se molestó en averiguar qué sucedió hace dos años, en marzo de 2015, si se cometió algún error o alguna injusticia, y si había alguna forma de cerrar heridas, de hacer justicia y de recomponer un proyecto político para recuperar el gobierno de Leganés.

De ahí que, justo cuando se cumplían dos años de la defenestración de Jesús Gómez como candidato y como Presidente local del PP, esos 30 militantes pidieran la baja en bloque. Aun así, la respuesta de la gestora local y de la dirección regional siguió siendo el silencio. Y ese silencio ha dado lugar a que la mayoría de esos 30 militantes, con la anterior Secretaria General popular, Beatriz Tejero, a la cabeza, hayan ido a engrosar las filas de Vox, cuya agrupación leganense encabeza la que fue Primera Teniente de Alcalde de Leganés.

Si injusta y absurda pareció en su momento la decisión de la cúpula regional del PP de prescindir del Alcalde, de la Primera Teniente de Alcalde, del Portavoz y de todo el Comité de Dirección Local hoy, con lo que sabemos de la Operación Lezo, y con el testimonio de Jesús Gómez, encajan todas las piezas. Las piezas de una venganza política de Ignacio González contra Gómez y sus colaboradores más leales; venganza que dio, y sigue dando por buena, por acción o por omisión, el equipo del nuevo PP de Cristina Cifuentes.

Ayer mismo, mientras se escribían estas líneas, mitineaban en Las Dehesillas Santiago Abascal, Rocío Monasterio y Beatriz Tejero, en la puesta de largo de la agrupación pepinera de Vox, que ha tenido el acierto de acoger en sus filas a una parte muy importante del equipo que gestionó Leganés en los momentos más profundos de la crisis económica, donde se prueba la verdadera valía de los gestores, del mismo modo que los buenos marinos se conocen en la tempestad. Y el deseo de justicia, o de venganza, de Tejero y sus compañeros de filas por el trato miserable que recibieron de sus ex compañeros populares promete darles un empuje, una energía y unas ganas de balón político de las que, de momento, carecen los restos del PP leganense.

Sin embargo, el resentimiento y la venganza personal, aunque comprensibles y, hasta cierto punto, justificables, no son bases sólidas para aunar las voluntades de los electores. Le pasó a Alejo Vidal Quadras, y también al propio Santiago Abascal, ambos ex PP… hasta que se les acabó el uso y disfrute de un cargo público. Si se trata de robarle votos al PP para que no crezca en Leganés, aunque Vox no saque ningún concejal, puede que el paso que ha dado Beatriz Tejero sea eficaz para su propósito. Pero si lo que realmente buscan Tejero y sus colaboradores es tener fuerza electoral suficiente como para influir de forma decisiva en el rumbo de la ciudad, más vale que aparquen las venganzas personales y se dediquen a construir un proyecto político y de gobierno creíble para los votantes de centro-derecha pepineros que vaya más allá de pasear la bandera de España por Gibraltar o de hacerse fotos con Marine Le Pen. De lo contrario, Beatriz Tejero no será más que la Vox que clama en el desierto por agravios que nadie se molestará en reparar.