'La muerte de Craso', óleo sobre lienzo de Lancelot Blondel que recrea el momento en que los partos vierten oro fundido por la garganta del cadáver del general romano

El Premio Planeta ya tiene ganador este 2018. El galardón mejor dotado económicamente de nuestras letras ha ido a parar al escritor e historiador español, Santiago Posteguillo, por su último trabajo Yo, Julia. Una obra que tiene como protagonista a Julia Domna, esposa del emperador romano Septimio Severo, que gobernó a la ciudad eterna entre los siglos II y III. La emperatriz que se abrió camino en un mundo de hombres. Una novela donde reina la intriga, el misterio y, como no, los entresijos del Imperio Romano.

Posteguillo no solo se merece el reconocimiento por lograr que sus novelas te enganchen con su estilo narrativo. Uno de sus principales logros ha sido acercar al público la historia antigua de Roma. Ya sea en tiempos de la República (la primera trilogía de Escipión) o del Imperio (segunda trilogía de Trajano), el escritor valenciano ha traído a nuestro tiempo ecos del pasado que, miles de años después, ejemplifican aquello de que la historia es cíclica. De como antes que nosotros, otros han cosechado triunfos y muchos errores.

Acuñamos la expresión ‘Craso error’ a raíz de la batalla de Carrhae para hablar de un desastre cuya solución es bastante complicada

Cojamos por ejemplo uno de sus trabajos: La legión perdida. En ella se narran las aspiraciones del emperador hispano Trajano de conquistar Partia. El Imperio Parto era en tiempos el contrapunto a Roma. Una especie de Estados Unidos – Unión Soviética del siglo XX. Más allá de Partia estaban los imperios Kushan y Han, con los que Trajano pretendía entablar acuerdos estratégicos y comerciales. Para ello necesitaba quitarse de en medio a los temidos partos y su ejército de catafractos. Unas huestes que, siglos antes del Gobierno de Trajano, habían aniquilado a las legiones de Roma comandadas por el general Marco Licinio Craso.

La Roma de Trajano debía enfrentarse, pues, no solo a su presente sino a los errores del pasado. Errores como el de Craso nacidos de la soberbia, la ambición desmedida y la prepotencia de un general -su muerte lo resume todo- que no supo, o no quiso, escuchar a sus centuriones y que se evidenciaron en la batalla de Carrhae en el 53 a.C. Una de las contiendas que avergonzó durante generaciones a toda Roma y que todavía hoy sigue siendo actualidad.

La cuestión de Pintogym ha generado un clima de enfrentamiento que, como la batalla de Carrhae, costará siglos cicatrizar en Pinto

Aunque los filólogos latinos apuntan que el término craso ya existía con anterioridad, en el común del lenguaje hemos acuñado la expresión ‘Craso error’ a raíz de la famosa batalla de Carrhae. Una frase que sirve para hablar de un desastre cuya solución es bastante complicada y que extrapolándola del libro de Posteguillo nos vale para abordar en Pinto el problema originado a raíz del cambio de gestión del antiguo Pintogym.

El equipo de Gobierno tomó hace un año una decisión en contra de la voluntad de gran parte de su base. Las mismas personas que recogieron firmas contra el cambio de gestión y proponen ahora una alternativa, trabajaron codo con codo con el Gobierno de Ganemos Pinto. Un Ejecutivo que, con bastante soberbia y sin escuchar otras opciones, ha estado un año empeñado en sostener un cambio de gestión que cerraba veintidós años de modelo de trabajo. Ese ‘Craso error’ del equipo de Rafael Sánchez se evidencia con el cierre provisional de la instalación. Y lo peor de todo: un clima de división, y enfrentamiento que, como la batalla de Carrahae, costará siglos cicatrizar en Pinto.