Ganemos Pinto

Los errores forman parte de la vida. Es más, son básicos para evolucionar, para ganar experiencia, para incrementar la sabiduría. No hay que castigar los errores sino parar, pensar, e intentar solucionarlos, comprenderlos. Porque muchas veces son el camino hacia algo grande. Asumir un error, pues, hace grandes a las personas, en espíritu sobre todo.
Pero una cosa no quita a la otra. Y si bien los fallos hay que perdonarlos cuando se han reconocido, también hay que considerarlos en su justa medida. Un error pasa, dos, también, pero cuando se está constantemente en el error o se acude a él para justificar barrabasadas varias es cuando se requiere exigir responsabilidades más allá de una simple explicación.

No es casualidad que el Gobierno de Ganemos Pinto esté instalado constantemente en el error. De fondo o de forma, como en el caso -por citar dos concretos y de última actualidad- de la posible vulneración de la Ley de Protección de Datos o la nueva licitación del pliego de condiciones para el mantenimiento de fuentes. Y estos dos se suman a los del skatepark, en la gestión de Personal municipal y tantas y tantas cuestiones erróneas que, por acumulación no son fruto de la casualidad.

Porque pese a que se dice que el que nunca hace nada, nunca se equivoca, o que los errores son sinónimo de valentía e, incluso, de hacer cosas; cuando se habla de gestión de lo común, de lo público, hay que tener cuidado e incluso más precaución con la acumulación de equivocaciones. Y algo mal se está haciendo cuando se está instalado constantemente en el error y uno se obceca en ello. Cuando se justifica puerilmente el error y ahí queda la cosa.

No son casualidad, decimos, tantos ‘gazapos’ en la gestión de Ganemos Pinto. Sus errores son una prueba de que a este lado de la pancarta las cosas son muy diferentes de los eslóganes y gritos varios. El día a día de un Ayuntamiento requiere de buen talante. Uno puede fallar, claro, pero no a todas horas y en todas las cuestiones. Una ciudad como Pinto se merece salir del error y volver a la senda del acierto. Aún hay tiempo de sobra para revertir la tendencia, siendo positivos. Y si esto no sucede, las urnas serán, a buen seguro y en última instancia, inflexibles con los errores.