augures

En la sagrada Roma, los augures eran los que oficialmente practicaban la adivinación en tiempos de la República y del Imperio. También se encargaban de descifrar las voluntades de los dioses a través de rituales que hoy, a ojos contemporáneos, parecen una aberración. Pero si algo nos demuestra la historia, aparte de ser cíclica, es que no puede ser juzgada con otros ojos que los del momento exacto en el que se suceden los hechos que aguardan un sitio en la eternidad.

Y los hechos hoy demuestran una serie de retos que van a marcar el devenir de todos. Tanto en España, con el desafío soberanista catalán, un tema nada baladí. Y también en un ámbito más local -que nos ocupa-, como el caso de los municipios del suroeste de la región. Empezando por Fuenlabrada, una ciudad tradicionalmente taurina que hoy se cuestiona su costumbre, parte de su esencia. No solo le pasa a ella, cierto. Ocurre en muchos puntos de nuestra geografía, donde la tauromaquía, aquello que Goya, Picasso o Lorca veneraban como arte -quién es el osado que se lo discute- se encuentra en una encrucijada. En un momento de inflexión que en septiembre, coincidiendo con las fiestas patronales, vivirá otro asalto, aunque mirando con preocupación a un futuro incierto. Solo cabe recordar que lo que hoy es tradición, ayer fue modernidad, por lo que el reto que se presenta a los gestores fuenlabreños en lo que queda de legislatura es, cuanto menos, de cierta envergadura.

También Arroyomolinos tiene su propia idiosincrasia estos días que se presuponen de descanso. Nada más lejos de la realidad, el municipio empezará el curso que viene sin el quinto colegio prometido. Aunque hay una solución planteada a modo de parche, el asunto requiere de cirugía inmediata si la localidad quiere alcanzar ese estatus que su población, de 30.000 habitantes y subiendo, reclama. Una labor que también evidenciará la altura de miras de sus gestores, que siguen quitando los palos de las ruedas que se están encontrando vecinos como los de Griñón, acosados por las multas; o los de Humanes, cuyos polígonos necesitan más que un repaso de chapa y pintura.

Así pues no hace falta ser un augur de Roma para vaticinar que hoy es tiempo de coger fuerzas para afrontar los retos del presente y el futuro inmediato. Como la historia y las tradiciones, el trabajo, también en verano, no falta.