Diversos estudios psicológicos sobre el comportamiento humano concluyen que, por lo general, solemos relacionarnos con personas que se asemejan a nosotros. Sin embargo, con el paso del tiempo, esos que antes eran ‘los nuestros’ empiezan a desarrollar aspectos que nos desagradan. ¿Qué ocurre entonces cuando aquellos que gozaron de nuestro favor hoy solo nos producen rechazo?

El psicoanalista Jacques Lacan hablaba de este hecho en la ‘Teoría de los espejos’, sentenciando en síntesis que eso que nos disgusta del otro es lo que no nos agrada de nosotros mismos. Vemos en el exterior reflejados nuestros defectos conocidos. El repudio y el desengaño son la consecuencia, pero lo que el espejo refleja no es más que la imagen de uno mismo, como individuo, o una sociedad, como masa uniforme.

Ese politicastro de turno al que un día le dimos un voto de confianza y hoy es un vulgar charlatán es parte de la calle, de la sociedad

Eso ocurre en el mundo de la política y lo vemos más agigantado si cabe durante estos días. De hecho esta semana mismo, con la configuración del Congreso de los Diputados donde se van a sentar sus señorías como representantes de la voluntad del pueblo español. Esto es, Rufían, Sánchez, Casado, Arrimadas, Calvo, Abascal, Smith, Esteban o los de la CUP y Bildu, son un reflejo -tomen prestado el que quieran- de los españoles de a pie. Y el nivel de bochorno al que sometieron al Congreso con las formas de prestar juramento al cargo sirven para sonrojar a una sociedad donde nuestros políticos si nos representan.

Desvergonzados, maleducados, incapaces de respetar al de al lado… Esas situaciones que se han vivido en la Cámara de representantes de la nación o en los plenos de los ayuntamientos, donde hasta los concejales van con un silbato en la boca para reventarlos, se ven a diario en la cola del supermercado, en la carretera, el Metro, Cercanías -cuando le da por funcionar-, en viviendas ocupadas e inseguridad en las calles y un sinfín de ejemplos cotidianos.

Cuesta asumirlo, pero en algún momento de la historia reciente perdimos el norte para soportar tal nivel de bajeza política que represente los intereses de todo un país. El propio Arturo Pérez Reverte señalaba estos días: “Me pregunto cómo hemos sido capaces los españoles de concentrar allí dentro, en tan pocos metros, a tantísima gentuza de tan variopinto pelaje. Porque no era fácil, no. La cosa tiene su mérito”.

“Me pregunto cómo hemos sido capaces los españoles de concentrar allí dentro a tantísima gentuza”, decía Reverte sobre la toma de posesión en el Congreso

Y la respuesta, llena de complejidad y para nada sencilla, estaría en empezar a señalar a uno mismo. Todo un ejercicio de sinceridad. Tanto Reverte; nosotros, los medios de comunicación; como usted, lector, que reflexiona sobre estas líneas, somos responsables de lo que sucede a diario en comunidades, ayuntamientos y el país en general.

Recuerde a Lacan y su ‘Teoría de los espejos’. Ese politicastro de turno al que un día le dimos la confianza y hoy es un vulgar charlatán es parte de la calle, de la sociedad. Retrato de un momento histórico en el país que tiene mucho de convulso y nada de estabilidad. Una nación, España, al borde del abismo de la separación. La solución es la educación desde uno mismo. Y el consuelo que, vista nuestra historia, de peores hemos salido.