Abandonados a su suerte. Así están estas Navidades, los camioneros españoles atrapados en la frontera de Dover (Reino Unido), tras detectarse una nueva cepa de coronavirus, más contagiosa, en el país. Los británicos cerraron sus fronteras a cal y canto, como el resto de países de Europa. España, como es habitual, fue la última en decretar la suspensión de los vuelos con la isla. Pero: ¿y los transportistas españoles?

“Miles de camiones españoles y del resto de Europa continúan atrapados en la ‘ratonera’ en que se ha convertido el Reino Unido, días después del cierre de la frontera decretado por Francia, y al ritmo actual de salida de transportistas que se está produciendo por la desastrosa operativa logística puesta en marcha por el Gobierno británico, muchos compatriotas no llegarán a España hasta Nochevieja”, ha denunciado la Federación Nacional de Asociaciones de Transporte de España (Fenadismer).

Qué imagen más desgraciada, más lamentable, ver a compatriotas españoles intentando sobrevivir al virus y a la escasez de víveres, por un lado, y a la incompetencia del Ejecutivo español, por otro. En condiciones infrahumanas, mientras su Gobierno les da la espalda. Las medidas estrella planteadas por el Ministerio de Transportes, que dirige el socialista Ábalos, se han reducido a aprobar una orden, para flexibilizar los tiempos de conducción y descanso “de nuestros profesionales que realicen servicios de transporte entre Reino Unido y España”. Y la otra: “se permite el descanso semanal normal en cabina e iniciar el descanso semanal normal transcurrido los 6 periodos de 24 horas para llegar a su destino”.

Mientras los camioneros españoles están atrapados en Reino Unido, el ministro Ábalos se dedica a hablar de indultos a los golpistas catalanes

Los camioneros españoles han pasado la Navidad (y lo que les queda, como ya han alertado) lejos de sus familias, solo con el único apoyo de otras potencias europeas. Por ejemplo: Polonia, que envío a docenas de médicos, enfermeras y paramédicos, relevados además por sesenta militares polacos, en colaboración con las autoridades británicas. Todo eso ocurría este pasado fin de semana, mientras el ministro Ábalos afirmaba que “el Gobierno tiene la obligación legal de tramitar los indultos y la obligación moral de aliviar tensiones que puedan dañar la convivencia”. Pero no hablaba de los camioneros, no, sino de los separatistas catalanes condenados por el Golpe de Estado en Cataluña, en 2017. Y de la ministra de Exteriores, mejor ni hablar.

Todo esto ocurría, además, días después de que Salvamento Marítimo, dependiente del propio Ministerio de Transportes, acudiese a buscar a inmigrantes ilegales a 170 kilómetros de Canarias. Que impotencia para los camioneros y familias españoles, atrapadas en una frontera solo por hacer su trabajo. “No vamos a dejar a nadie atrás”, se ha empeñado en decir el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en toda esta crisis de la Covid-19. Salvo si eres camionero, claro.

Que lo arregle Europa. Como las restricciones a la movilidad en España: que lo hagan las comunidades autónomas. Ahora eso sí, si llega la vacuna, pagada con nuestros impuestos y distribuida por la Unión Europea, ponemos la pegatina de Gobierno de España. Que no se diga. A eso está este Ejecutivo socialista: a la propaganda y el marketing. Solo a favor de los golpes (de efecto).

Largo y tortuoso camino les queda a nuestros camioneros y ciudadanos españoles. Para ellos no habrá indultos estas Navidades, porque hoy su voto no vale para sostener a un Gobierno enfermo de poder absoluto. Si fuera así, ya tendrían la misma pegatina que las vacunas, y estarían de vuelta en España.