Foto: RC Celta

El vaso de la paciencia del CD Leganés anda colmado. Y con toda la razón del mundo. Lo ha desbordado el ‘caso Nolito’ y su singular fichaje por el Celta, rival directo del colectivo pepinero en la lucha por la permanencia, de cara al tramo decisivo de la competición.

Resulta que al equipo gallego se le lesiona un guardameta, Sergio Álvarez, por un periodo de entre dos y cuatro meses -según ha informado el propio club vigués- y no solo se le autoriza a fichar asumiendo que se trata de una baja de larga duración -no da esa sensación en función de los plazos previstos- sino que encima se consiente que en su lugar se incorpore ¡un delantero!

Nada puede poner en cuestión la operación de Nolito en términos legales. Otra cosa es la ‘perversión’ de una norma bajo cuyo influjo se está cometiendo una tropelía tras otra hacia los intereses del ‘Lega’

Vaya por delante, faltaría más, que si las tres partes en liza (Nolito, Sevilla y Celta) se han atenido a la normativa vigente para estos casos nada puede objetarse a la operación en términos legales. Otra cosa es la ‘perversión’ de una norma bajo cuyo influjo se está cometiendo una tropelía tras otra hacia los intereses del ‘Lega’.

Se trata del artículo 124.3 del reglamento general de la Federación Española, el mismo que utilizó el Barcelona para ‘birlarle’ a Braithwaite, uno de sus jugadores ‘franquicia’ y sin duda principal referencia ofensiva tras la marcha de En-Nesyri al Sevilla, otro contratiempo por cierto de primera magnitud. La lesión de Semedo dio pábulo al club azulgrana para abonar la cláusula del delantero danés pese a la férrea oposición de la entidad pepinera, refractaria en todo momento a cualquier tipo de negociación.

Lo curioso, y especialmente indignante, llegó a renglón seguido. A la traumática e intempestiva salida de Braithwaite respondió la dirección deportiva del CD Leganés alcanzando un acuerdo con el Villarreal y Bacca para la incorporación del ariete colombiano, escudándose en lo excepcional de la situación creada. Sin embargo, la operación se impidió apelando al carácter estricto de la normativa y Aguirre se quedó compuesto… Y sin su más reputado delantero.

La relación de agravios es, pues, demasiado extensa como para pensar que no está teniendo cuota de influencia en la trayectoria deportiva de un equipo, que se está jugando nada menos que la permanencia un año más en la máxima categoría del fútbol español.

Un colectivo que anda indignado por el ninguneo al que se está viendo sometido y al que, por desgracia, solo que queda el recurso de sentirse menospreciado por quienes más deberían velar por la justicia de una competición, que se dice modélica.