El precio de la gasolina ya es uno de los más altos de Europa (Foto de Engin Akyurt en Unsplash)

Recientemente se han cumplido cuatro años, desde que triunfara la moción de censura contra Rajoy, apoyándose Sánchez en secesionistas, comunistas y los herederos de ETA: Bildu. Capitulo aparte -y oscuro- en la historia merecerá un Rajoy que fue sustituido por un bolso durante la censura y prefirió irse al bar, abandonando a su (mala) suerte a los españoles.

Y es que este casi lustro de ‘Sanchismo’ se está haciendo muy largo. Larguísimo. Poco menos que un siglo por año. El Gobierno que en menos tiempo ha sido capaz de vulnerar la Constitución en más ocasiones, con dos estados de alarma y el ‘cerrojazo’ al Congreso, ilegales. Y ahora se ha sumado, que también fue contraria a la Carta Magna, la norma del Ejecutivo que delegaba en los jueces avalar las restricciones de nuestros derechos y libertades. Una ley que eludía responsabilidades políticas, no tenía publicidad y quebrantaba la separación de poderes.

Todas estas acciones, más propias de un Gobierno totalitario y dictatorial, no han hecho perder ni un ápice el crédito del Ejecutivo, algo que habla y no muy bien de los ciudadanos españoles y nuestro nivel de exigencia democrática. En cambio, lo que sí lo ha quemado, ha sido, la pésima gestión económica de un Gobierno derrochador, que ha disparado la deuda pública a cotas inimaginables, condenando a su pago más intereses a padres, abuelos, nietos y biznietos. Y el precio de la gasolina y el gasoil, superior a los dos euros el litro, ha sido el combustible que ha arrasado esa de por sí paupérrima credibilidad del ‘Sanchismo’, si es que algún día existió.

No hace ni unos días, precisamente en la efeméride de la moción que ha censurado a todo un país, el presidente anunciaba que se prorrogaba la bonificación de 20 céntimos litro hasta octubre, aprobada por la guerra en Ucrania, cuando el combustible lleva más de un año subiendo. ‘Ayudita’ con cargo, por cierto, a esa deuda que cada día nos hace más esclavos y, por tanto, menos libres.

Una rebaja que ya no se nota prácticamente nada. Al revés. Y el Gobierno sigue inmóvil, superado. Peor aún, aprovechándose del sufrimiento de las familias españolas, que se las ven y desean para pagar esa escalada de los carburantes, pues de ese precio (“solo” el 21% ya es IVA), dos tercios van a las arcas del Estado, que luego no redundan en servicios de calidad, sino todo lo contrario.

El precio del combustible es hoy la vergüenza nacional. El anuncio de ampliar esa bonificación parece una broma de mal gusto, y los españoles ya no estamos para bromas ni tonterías de un presidente ególatra. Sin rebajas de impuestos efectivas, el sufrimiento de las familias se perpetuará.