El pasado 17 de enero echaba el cierre la 41ª edición del Dakar, el rally más exigente del mundo y el que más misticismo despierta. Solo un puñado de elegidos consiguieron alcanzar la ansiada meta en Lima (Perú) y entre ellos estuvo el piloto fuenlabreño Juan Félix Bravo, que compartió el buggy Can-Am Maverick X3 XDS del equipo FN Speed junto a Joan Font y que este lunes visitaba la redacción de Al Cabo de la Calle. Acudió con la medalla que le acredita como ‘finisher’ del Dakar, repasó una experiencia tan arriesgada como fascinante y confesó que planea repetir.

¿Ha asimilado ya realmente lo vivido?
Cada día voy dándome cuenta de lo que hemos conseguido y de la aventura en la que estuvimos inmersos durante dos semanas, sobre todo gracias a los medios. Y también me voy dando cuenta porque tengo ilusión de repetir el año que viene y ya estamos moviendo la idea. Y mira que lo maldices muchas veces cuando estas allí. A menudo piensas en qué hago aquí y dónde me he metido, pero cuando cruzas la meta respiras aliviado y te nace esa idea de volver, y a ser posible intentando mejorar.

¿Por qué engancha tanto?
El Dakar nos pone al límite de tantas maneras que hay que ir tomando decisiones diferentes cada día. Es un compendio de tantas cosas que te acaba enganchado. En tu vida diaria es imposible vivir una aventura así durante tantos días seguidos.

¿Con qué se queda de esta experiencia?
Me quedo con lo que he aprendido a nivel personal y lo que he crecido. Mira que en mis trabajos tengo también momentos delicados, pero aquí me he dado cuenta de que con paciencia y con sangre fría puedes resolver muchas situaciones incómodas. Y me quedo sobre todo con haber cumplido un sueño deportivo.

¿Hay que tener un punto de inconsciencia para atreverse con el Dakar?
Te lo digo de otra manera. Para correr el Dakar hay que tener un punto de locura, pero controlada, porque si no al segundo día te vas para casa.

¿En algún momento llegaron a pensar seriamente que no acabarían la carrera?
Sí. Hubo tres momentos claves. El primero fue en una serie de dunas en las que nos quedamos enganchados y no teníamos idea de cómo salir, aunque lo logramos con la ayuda de la gente. Luego hubo otro momento complicadísimo cuando nos salimos del camino en una zona de fes-fes (polvo muy fino que se localiza comúnmente en el desierto), el coche se quedó completamente metido y hubo que escarbar a conciencia en una especie de harina finísima. Y luego otro día nos quedamos tres coches atrapados en dunas y entre todos nos ayudamos a salir del atolladero. Fueron momentos verdaderamente angustiosos.

¿Llegaron a sentir peligro real?
Sí, concretamente en este último problema rompimos la transmisión delantera y tuvimos que ir con tracción trasera subiendo dunas, que es una locura. Decidimos sacar todo el aire de las ruedas traseras y que el buggy traccionara como si fuese una ‘oruga’ lo máximo posible. Corrimos un riesgo enorme.

Es de suponer que el siguiente reto será tener protagonismo al volante y no en labores de navegación…
Este año he tenido la ventaja y la alegría de correr el Dakar y aprender. Y eso no me lo quita nadie. Tenía tres días firmados para conducir el buggy, pero había un problema de tamaño abismal entre Joan y yo. Además, él es mejor piloto que yo, pero su navegación es casi nula. Así que en un momento dado hablé con el director del equipo y con Joan y les dije que si queríamos terminar me tenía que sacrificar y, aunque hubo algún reparo, al final lo hicimos así por el bien del equipo. Si vuelvo el año que viene será conduciendo al menos un 50 por ciento, eso está claro.

Su participación en el Dakar supuso todo un acontecimiento para Fuenlabrada
El empuje de Fuenlabrada fue decisivo para que participase en el Dakar. Eso no lo he negado nunca. Y creo que su apuesta ha merecido la pena. He hablado con el alcalde y con muchos concejales de varios partidos y están muy contentos de lo que se ha logrado y de la repercusión que ha tenido la prueba.

¿Tiene alguna colaboración más en mente dentro del ámbito municipal?
Me queda una ponencia muy importante en el Foro de las Ciudades los próximos días 21 y 22. Me han pedido que esté y lo haré encantado. Y luego hay alguna colaboración más a la que no he puesto fechas.

¿Cree que el éxito de este año se traducirá en un mayor apoyo de cara al futuro?
Se han abierto puertas. Sé que cuentan conmigo para el año que viene y entiendo que va a haber mucha gente que se va a querer unir al proyecto. Ahora hay que hablar con los patrocinadores, que son los que mandan, para ver si prefieren que lleguemos otra vez a meta o que intentemos hacer un buen puesto con los riesgos que eso conlleva. Las claves para terminar ya las tenemos, pero a mí me encantaría hacer un mejor resultado. Es lo que toca, por algo natural y por algo propio.

SU PRÓXIMO RETO: COMPLETAR LA VUELTA A LA PENÍNSULA IBÉRICA EN MOTO ACUÁTICA

Aunque desvela sin rodeos que “mi objetivo principal es intentar correr el Dakar 2020”, Juan Félix Bravo tiene otros interesantes proyectos en perspectiva de cara a los próximos meses. Y hay uno que le seduce especialmente. “Tengo en mente un evento muy bonito, que además queremos que tenga carácter solidario y que va a ser a finales de mayo o primeros de junio. Consiste”, explica el piloto fuenlabreño, “en dar la vuelta entera a la península ibérica en moto acuática”.

La experiencia es novedosa, “ya que como equipo lo hemos hecho en partes, pero solamente en España. Nunca habíamos contado con Portugal. Queremos hacerlo en once días”, sostiene, y el itinerario “iría desde San Sebastián hasta Girona, concretamente hasta un poco más arriba de Ampuria Brava”, precisa.

El asunto está muy avanzado porque “tenemos ya el proyecto hecho e incluso presentado. Iríamos tres pilotos y estamos dándole las últimas pinceladas, sobre todo viendo con qué moto vamos a ir y los últimos patrocinios”, además de definir el apartado solidario, “ya que sabemos con quien colaboraremos, aunque todavía no podemos hacerlo público. Lo que sí puedo avanzar es que será de Fuenlabrada”.