Alrededor de 150 vecinos que habitan en los números 2, 11 y 13 de la calle Bélgica de Fuenlabrada ya no saben qué hacer para acabar las molestias y trastornos que desde hace 25 años les viene ocasionando un local ubicado en el número 4 de la misma calle. Una discoteca que ha cambiado en diversas ocasiones de nombre y de dueño pero cuyo nivel de ruido y alboroto no ha dejado de crecer.
Los afectados, cuyas viviendas se encuentran a escasos metros del establecimiento, dicen sentirse completamente hartos por los ruidos en la vía pública prácticamente todos los fines de semana hasta las seis de la mañana. Denuncian además, que rara es la ocasión en la que no se registran peleas y altercados que obligan a intervenir a la policía. Pese a ello, la situación no deja de repetirse.
UNA TREINTENA DE QUEJAS
La movilización de los vecinos ha sido una constante durante los últimos años, en los que han presentado más de una treintena de quejas al Ayuntamiento, la inmensa mayoría de ellas sin respuesta. La pasada semana, sin ir más lejos, hicieron entrega en el registro del Ayuntamiento de un escrito con 133 firmas para exigir al Gobierno local “que ponga fin a las actividades de este local, ya que está a escasos metros de nuestras viviendas”, argumentando que “los griteríos y las molestias” que se producen cada fin de semana “hacen imposible que se pueda descansar”.
Un portavoz de los vecinos afectados reconoce que la policía acude al lugar siempre que llaman, “muchas noches hasta tres y cuatro veces”, pero que el problema radica en que el local dispone de licencia y no pueden hacer mucho más.
RESPUESTA DE LA CONCEJALA
De hecho, indica que la única respuesta por escrito que han recibido hasta la fecha se produjo tras unos altercados el pasado 29 de junio, cuando al concejala de Feminismo, Diversidad y seguridad Ciudadana, Raquel López, lamentaba “las molestias” sufridas ese día “debido al comportamiento incívico de algunas personas”.
La concejala les indicó que “los agentes se personaron en varias ocasiones, tramitaron las correspondientes denuncias por conductas incívicas e igualmente se realizaron amonestaciones a las personas que pudiesen estar originando molestias”.
Además, admitió abiertamente que “conociendo las peculiaridades de la zona y del local, de ocio, indicarles que se interviene con frecuencia , seamos o no requeridos, con el fin de favorecer la seguridad y la convivencia”.
Otro desagradable episodio, recuerda este vecino, tuvo lugar el pasado 31 de agosto, “cuando se produjo una escandalera brutal” y en su caso particular “no nos quedó otra que cerrar las ventanas de casa a cal y canto pese a que había más de 25 grados de temperatura”.
El problema ha alcanzado tal envergadura que han sido ya varios los afectados que en los últimos tiempos han decidido trasladarse a vivir a otro sitio contra su voluntad, pero donde al menos pueden descansar, ya que otro factor a tener en cuenta es que la mayor parte de los residentes son gente mayor. Y lo peor de todo es que algún vecino ha estado a punto ya de encararse a los alborotadores.