Las fuertes tormentas con las que arrancó septiembre se han cebado con Griñón y más concretamente con los vecinos de la zona del Carraperal. Y es que la intensidad de las lluvias desbordó el arroyo, inundando las viviendas adyacentes.

El problema no ha sido solo ese, sino que en sus hogares han entrado las aguas fecales procedentes del colector que atraviesa esta parte del municipio. Desbordado por la cantidad de precipitaciones, el colector colapsó, yendo estas aguas residuales hacia el arroyo y de ahí a las casas.

Con el paso de los días los malos olores se han apoderado de los inmuebles, han anegado piscinas y jardines y los propietarios de algunas viviendas han encontrado hasta restos como compresas o toallitas. La inquietud sobrevuela estos días entre estos griñonenses que temen además que pueda haber restos de Covid-19 en las aguas fecales que han entrado en sus casas. De ahí que algunos de ellos no hayan dudado en denunciar personalmente su situación ante el Ayuntamiento y la propia Guardia Civil.

OBRAS EN COLECTORES

Este periódico ha hablado personalmente con el alcalde de Griñón, José María Porras, que ha entendido la preocupación de los vecinos y reconocido que con las fuertes precipitaciones, los colectores rebosan y vierten sus aguas residuales al arroyo.

En este sentido, Porras se ha retrotraído al año 2012 para explicar que el Canal de Isabel II hizo un plan director donde analizó la capacidad de los colectores y elaboró un mapa de los mismos. El organismo público madrileño estimó que para dejar en óptimas condiciones Griñón haría falta una inversión de 15 millones de euros.

El municipio se encuentra dentro del ‘Plan Sanea del Canal, que ejecuta obras en función de la prioridad y la urgencia de las mismas. El alcalde ha avanzado que en el caso del Carraperal, se estiman estos trabajos en dos millones de euros, pero es necesaria la previa autorización de la Confederación Hidrográfica del Tajo.

«Hemos hecho todo lo que hemos podido desde el Ayuntamiento. Ya me gustaría que las obras empezarán mañana», ha dicho Porras, que ha asegurado que «en cuanto esas autorizaciones estén, que nadie dude que se ejecutarán las obras».

Mientras la burocracia sigue su lento curso, son los vecinos de esta zona de Griñón quienes seguirán mirando con temor al cielo y a esperar que las tormentas no vuelvan a cebarse con sus hogares.