No es la primera vez que en este periódico hablamos de los sicofantas. Aquellos denunciantes profesionales de la Grecia clásica que siguen teniendo presencia en pleno siglo XXI. Un sicofanta es, según por ejemplo ‘educalingo’, esa persona baja y despreciable que quiere ganar prestigio a costa del honor de otras mejores que él. Por ejemplo, el honorable Sócrates sucumbió ante ellos.

Yo estoy siendo víctima de un sicofanta. Pero estoy tranquilo. Sobre todo porque me acompaña la verdad y la dignidad de dedicarme a una profesión siempre perseguida. La libertad de prensa no gusta a cierta gente. Sobre todo a los políticos. Incluso a los que un día cambiaron de chaqueta, fueron periodistas y también políticos. Hay que guardarse de ellos.

Eso sí, sin perder la cara a defender donde haga falta esta noble vocación de informar. Vuelvo a recordar a Humphrey Bogart cuando dijo en ‘El cuarto poder’: “Una prensa libre, como una vida libre, siempre está en peligro”. Yo hoy estoy en peligro. Pero sigo en pie.