Fiat iustitia, ruat caelum. ‘Que se haga Justicia, aunque se caiga el cielo’. O se abra el cielo, depende de la interpretación. La locución latina aplicada en el derecho se atribuye generalmente a Lucio Anneo Séneca, filósofo romano nacido en Córdoba en el año 4 a.C. conocido popularmente como Séneca ‘El joven’, para diferenciarlo de su padre.

Esta frase se extrae de su obra De la ira, resaltando la creencia en la necesidad de aplicar la Justicia, pese a que sus consecuencias puedan ser muy duras. Bien es cierto que en este texto de Séneca, la oración se aplica de forma inversa al ideal de Justicia, pues de las entrañas de este libro salió otro término como la ‘Justicia de Piso’, que en el mundo del derecho viene a hablar de las sentencias judiciales que son técnicamente correctas pero moralmente erróneas.

La oración extraída de la obra de Séneca refuerza la creencia en aplicar la Justicia pese a que sus consecuencias puedan ser muy duras

En estas líneas, en cambio, nos interesa más la máxima Que se haga justicia, aunque se caiga el cielo. En breve explicaremos por qué, pues antes tenemos que recordar quién era Séneca y qué se extrae de su enseñanza. El filósofo cordobés fue cuestor, pretor y senador de Roma durante los imperios de Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón. De este último, incluso, fue tutor y ministro.

Séneca, además de político, era fundamentalmente moralista. Realmente fue el máximo representante del estoicismo romano de la época. Y como buen estoico, supo mantener la fuerza y el equilibrio necesario para resistir a gobiernos tan tumultuosos como los de Calígula o su propio pupilo, Nerón. Administraciones, las de estos dos emperadores, que precisamente no casaban con los postulados estoicos de Séneca.

De hecho, muchas de sus obras sirvieron para denunciar la corrupción política y moral de esta semilla negra de la dinastía Julio Claudia. Eso sí, se trataba de una crítica velada, pues reivindicar ciertos ideales en tiempos de Calígula o Nerón te llevaba, como poco, a luchar por tu vida contra las fieras del circo.

La Casa de Pinto ha detectado posibles irregularidades en la adjudicación del antiguo Pintogym y quiere que se investiguen

Es curioso como, casi dos mil años después y revoluciones mediante, el mundo occidental sigue repitiendo patrones del pasado. También en el ámbito local se dan postulados estoicos frente a decisiones del gobierno. Por ejemplo en Pinto, con el ya de sobra conocido caso Pintogym. La de vueltas que sigue dando desde hace un año y aún tiene episodios suficientes por los que discurrir.

El último, la renuncia de La Casa de Pinto a gestionar la instalación -hoy cerrada- de manera provisional y hasta que se saque un nuevo concurso. Y eso que hace un mes la asociación pinteña se había ofrecido, sin ánimo de lucro, a mantener abierto el gimnasio en defensa de los trabajadores y usuarios hasta encontrar una solución al caos generado por el Gobierno de Ganemos Pinto.

Sin embargo y tras estudiar la documentación, La Casa de Pinto ha encontrado posibles irregularidades en la adjudicación de 2017 y así se las ha dado a conocer al Ayuntamiento de Pinto a través de un escrito por registro. Documento que también tendrá en su poder la Junta Consultiva de Contratación de la Comunidad de Madrid, a la que se ha pedido al Consistorio pinteño que se dé traslado. A partir de ahora, tras señalar indicios de posibles irregularidades, solo queda aplicar la máxima de Séneca y Que se haga justicia, aunque se caiga el cielo.