Se fue uno de los grandes: Jesús Quintero, aquel que hizo del oficio de Periodista algo digno, honrado. Marcó un camino a seguir. Cada uno con sus propias reglas, pero sin dejar a un lado el faro de esas virtudes.

Nunca gustó a las élites, de ahí que poco a poco fuera desplazado de unos grandes medios plegados a esos espúreos intereses, que poco a poco han ido erosionando la profesión, con sus arribistas e intrusos, voceros disfrazados en ‘prime time’. Por suerte, quedan sus grabaciones para seguir iluminando tiempos oscuros.

Recuerdo, mucho antes de siquiera empezar la carrera, esas preguntas para saber, conocer, interesarse de las historias de personajes de toda condición (altos, bajos, ricos, pobres, guapos, feos).

No preguntaba para juzgar. Era un periodista libre, no un inquisidor, como se lleva ahora. Yo anhelaba lo primero y por eso terminé los estudios. Ahora que se va el mejor entrevistador, se marcha la penúltima frontera. Nos toca a los demás conservar la última: la de la libertad.