Lo que en un principio debió parecer un problema puntual va camino de convertirse en un mal endémico para el Atlético de Pinto, que no da con la tecla para enderezar su errático rumbo cuando le toca jugar en el Amelia del Castillo. Lo que en condiciones normales debería suponer una ventaja, actuar en casa, es un serio inconveniente en el caso del conjunto rojinegro, que cada vez parece acusar más la presión de jugar delante de sus incondicionales.

Los números están ahí y son difícilmente rebatibles. El ejemplo más cercano tuvo lugar el pasado domingo, cuando los de Álvaro García ejercieron como locales ante el Flat Earth y firmaron un empate sin goles (0-0). A la cuarta tampoco fue la vencida y no lograron certificar el primer triunfo en casa de la temporada. Los otros tres se saldaron con empate ante el Rayo B (3-3) y derrotas por 1-2 ante Leganés B y Unión Adarve.

La consecuencia es que solo ha sumado dos puntos en estos cuatro compromisos sobre 12 posibles y ese guarismo resulta decisivo para justificar su inquietante situación clasificatoria, ya que los pinteños han cerrado la octava jornada del campeonato en puestos de descenso a Preferente. Y menos mal que a domicilio sí están más o menos a la altura (un triunfo, dos empates y una derrota) porque la coyuntura podría ser todavía peor.

Lo significativo del caso es que las dificultades del Atlético de Pinto en el Amelia del Castillo no se circunscriben a este curso. Vienen de lejos. Como mínimo de las dos anteriores campañas, en las que tampoco aprovechó el factor cancha.

El balance de la temporada pasada fue tremendamente negativo, ya que refleja cinco victorias, cuatro empates y diez derrotas, lo que se traduce en 19 puntos sumados sobre 57 posibles. Pero es que el del ejercicio anterior ya había dejado un poso de amargor al incluir seis triunfos, seis empates y siete derrotas, es decir, 24 puntos sobre 57 posibles.

ALVARO GARCÍA: «SENSACIÓN AGRIDULCE»

El problema, pues, no es nada nuevo y la solución se antoja acuciante. Desde el cuerpo técnico son conscientes de ello, pero tampoco están por la labor de que pueda llegar a convertirse en una obsesión. De ahí que Álvaro García tratase de sacar alguna conclusión positiva del empate sin goles del pasado fin de semana. “La sensación es agridulce porque después de dos derrotas consecutivas queríamos ganar en casa y obtener la primera victoria del curso delante de nuestra gente”, admitía el técnico, “pero también era importante volver a encontrar sensaciones positivas a nivel defensivo y al menos fuimos capaces de no encajar ningún gol”.

También Nacho Sainz concedía no poca relevancia al empate sin goles “porque llevábamos un par de semanas bastante dubitativos atrás y uno de nuestros objetivos era dejar nuestra portería a cero. Ahora hay que hacer bueno este punto fuera de casa”, subrayaba.