Allá por 2015 -ya han pasado tres años y parece todo un siglo- la situación política en Leganés quedó fragmentada en un conglomerado tremendamente complicado. Por un lado, un cuádruple empate a seis concejales entre el PSOE -partido de Gobierno finalmente-, PP, ULEG y Leganemos. Todavía quedarían actas suficientes para que entrarán Ciudadanos e, incluso, IU con Rubén Bejarano.

Este quilombo hacía presagiar una Legislatura, cuanto menos, convulsa, porque para unir voluntades políticas tan dispares se necesitaba mucha cintura entre sus señorías. Los funestos augures de 2015 se han evidenciado en estos años, donde la política municipal ha estado muy enfangada y las grietas que empezaron siendo arañazos se han convertido en auténticos socavones que, incluso, el exalcalde Pérez Raez ha llegado a reconocer como algo inaudito en la ciudad.

El esperpento ha ido in crescendo desde el momento en el que, decisiones tan importantes para Leganés, han estado en manos de no adscritas e, incluso, el concejal rebotado de Ciudadanos Jorge Pérez. Y mientras tanto, como buen político que disfruta retozando en el fango, Carlos Delgado ha tratado de pescar en río revuelto aprovechando la crisis municipal que vive Leganés.

El patrimonio histórico de Leganés debería ser una cuestión vital para unir el conglomerado de intereses que existe en el Pleno del Ayuntamiento

Todo ello a través de campañas de descrédito, populismo de papel couché y falsas propuestas de diálogo al equipo de Gobierno. Ya que por la mañana tendía la mano para unos Presupuestos que brillan por su ausencia en el municipio, y por la tarde se despachaba a gusto con insultos varios. Una doble moralidad que ha destapado sus vergüenzas frente a los vecinos con el ‘caso Almagro’ por un lado. Ya saben, el concejal de ULEG que cobra 40.000 euros del Ayuntamiento de Leganés por un 80% de dedicación mientras mantiene otro trabajo a tiempo completo. Y, por otro lado, con la larga cambianda y el hipócrita silencio que mantuvieron el sicofanta y sus concejales durante la tramitación de una moción para ponerle el nombre del bulevar del Severo Ochoa al doctor Montes.

Estas grietas de credibilidad también aparecieron en Leganemos, abriéndose en canal y volando el proyecto por los aires después del conflicto de intereses entre sus concejales que dejaron a las claras el fracaso absoluto de la candidatura de ‘desunidad’ popular.
Pero las grietas no se han quedado ahí estos años. Literalmente también se están llevando por delante un monumento histórico para la ciudad como la torre de la iglesia San Salvador. El patrimonio histórico de Leganés debería ser una cuestión vital para unir el conglomerado de intereses que existe en el Pleno del Ayuntamiento.

Pero como siempre sus señorías concejales, pagados con el dinero público de todos, que al contrario de lo dicho por la ministra Carmen Calvo, sí tiene dueño, están más preocupados por seguir fracturando el municipio en vez de escuchar y atender las necesidades de los vecinos. Unos ciudadanos que se han movilizado para proteger este monumento de Leganés y que, otra vez, han retratado a todos los políticos que también como siempre, no han estado estos años y ahora más a la altura de una ciudad como Leganés.