La RAE define la entelequia como: “Cosa, persona o situación perfecta e ideal que solo existe en la imaginación”. Una ficción, una ilusión, una quimera. Vale cualquier sinónimo con el que la clase política -alguna clase política- se ha acostumbrado a tratar el dinero público.

Ya decía Carmen Calvo, la ilustre Carmen Calvo, aquello de: “Estamos manejando el dinero público, y el dinero público no es de nadie”. Pero resulta que sí lo es. Su dueño tiene nombre y apellidos y cuesta mucho aglutinar dinero público con el que prestar una serie de servicios.

En síntesis, el dinero público viene de un tanto por ciento del IRPF, otro 21% del IVA, dos tercios de la factura de la luz, u otros dos tercios de un gesto tan simple como echar gasolina. Proviene también del alquiler de una pista deportiva, las tasas de una oposición y un largo etcétera. Podríamos decir sin rubor, que hasta respirando generamos dinero público vía impuestos.

Y precisamente rubor es lo que no existe en el Gobierno de Getafe, que llega a los 14 miembros entre PSOE y Podemos. Con la que está cayendo y tras el pacto que ambas formaciones firmaron allá por finales de 2020, se contemplaba la creación de dos coordinadores más, dentro de la cohorte de asesores, hasta aumentar esta figura a seis. Estas dos últimas plazas se ocupaban antes del verano, con lo que solo en coordinadores los vecinos pagan cerca de 400.000 euros brutos al año. Ahora echen un vistazo a su factura de la compra, sus impuestos y tarifas, y entenderán que la palabra bochorno se queda corta para definir esta situación.

Solo en coordinadores, los vecinos de Getafe pagan cerca de 400.000 euros brutos al año por seis plazas de libre designación

Una temporada estival, en pleno mes de agosto, en la que el Ejecutivo getafense aprovechaba para amortizar una plaza de Mantenimiento -algo que necesita como el comer la ciudad-, por otra de Comunicación, en la que el agraciado se levantará cerca de 60.000 euros brutos al año. Todavía no sabemos quién es ese o esa afortunada.

De quién sí sabemos algo es de esos coordinadores, y al menos cuatro de ellos, como pueden leer en estas páginas, gozan de ser buenos amigos del socialismo tradicional y el más cool madrileño. No seremos nosotros quienes pongamos en duda su valía y trayectoria profesional, porque por ejemplo para ir de Pinto a Getafe, o de Madrid a Getafe, de puesto en puesto, hay que tener su mérito y capacidad.

Ya decía Carmen Calvo, la ilustre Carmen Calvo, aquello de: “Estamos manejando el dinero público, y el dinero público no es de nadie”

Plazas, por supuesto, habilitadas por Ley y de libre designación. Hasta ahí todo bien. Pero hombre, “La mujer del César no solo debe ser honrada, sino parecerlo”, y con una de las mayores crisis económicas que se recuerda, con esas imágenes de las colas del hambre en Getafe, de no hace tanto tiempo, cuesta creer que estas seis figuras sean indispensables para el devenir de la ciudad, por mucho que los procedimientos legales sean los correctos.

El Gobierno getafense tenía la posibilidad de empatizar con sus gobernados. Un gesto, aunque fuera de cara a la galería, con el que decir: Hay que apretarse el cinturón y nosotros seremos los primeros. Desgraciadamente no ha sido así.

Por la Corte de Sara Hernández, la primera de su nombre, no se lleva eso de confraternizar con el populacho, a no ser que tenga carnet de partido. Tampoco lo de reducir el gasto político en tiempos críticos. Pero como 2023 está a la vuelta de la esquina, recuérdenlo cuando vayan a votar.