Quedan exactamente seis meses. Parece que fuera ayer cuando el cinturón Sur metropolitano se teñía de rojo. Las principales ciudades de nuestro entorno caían en manos socialistas. Cuatro años de gobiernos dispares, eso sí. Con una pandemia y una borrasca de ‘película’ mediante. Pero la legislatura toca a su fin y en seis meses hay una cita con las urnas.

Cierto es cada municipio tiene su particular idiosincrasia, y que hay socialistas y ‘social-listas’. Las comparaciones son odiosas, pero véase por un lado al alcalde Javier Ayala en Fuenlabrada, que con sus más y sus menos ha sacado a la ciudad del oscurantismo y la vaguería de su predecesor, Manuel Robles, hoy un espectro que vaga por las sombras del olvido. La Fuenlabrada de Ayala ni remotamente tiene que ver con la de Robles. ¡Si hasta se bajan impuestos! Que bien es cierto que podrían rebajarse más, pero algo es algo. Y qué decir de las Navidades fuenlabreñas, que empiezan a ser un espejo donde reflejarse el resto de ciudades. Incluso en Europa suena el nombre de Fuenlabrada una y otra vez, aunque unas veces con más suerte que otras.

Son cómplices de las leyes aprobadas por el Ejecutivo de Sánchez, a no ser que demuestren valentía y pongan por delante los intereses de los vecinos a los del partido. Si no, éste sambenito les acompañará hasta mayo de 2023

De un socialista, Ayala, a una ‘social-lista’, Sara Hernández, su homóloga en Getafe y compañera de partido. Hasta ahí las semejanzas, pues decir que su gestión es nefasta es quedarse corto. Dijo que estaría ocho años en el Gobierno y aspira a un tercer mandato; en 2016 decía que Getafe sería ciudad de festivales y hoy se ha ido Cultura Inquieta, cierra la Sala Fender y se opone al Mad Cool; marchaba tras la pancarta contra la ampliación del vertedero y ahora es ella quien impulsa aumentar las basuras en el Sur de Madrid; o se manifiesta por la sanidad pública cuando privatiza los servicios sanitarios municipales.

Son evidentes las diferencias entre los dos socialistas. Su gestión define a uno para bien y al otro para mal. Pero de aquí a mayo van a compartir un sambenito más que merecido, con sus otro homólogos de Leganés, Alcorcón, Moraleja o Pinto: Son las decisiones del Gobierno de Pedro Sánchez. Desde sus vergonzosos y traicioneros pactos con Bildu, a ponerse de rodillas ante los secesionistas catalanes; o impulsar leyes como la llamada ‘solo sí es sí’, que beneficia a violadores y agresores sexuales; sin olvidar los famosos peajes para el año 2024. De la oposición de Juan Lobato a las mejoras de la C-5 ya ni hablemos.

En definitiva, los alcaldes socialistas del Sur de Madrid están señalados por su propio Gobierno. Comparten siglas, las del PSOE y son, por tanto, cómplices de todo lo que está sucediendo. Al igual que sus cooperadores necesarios de Podemos y Más Madrid. Y lo serán a no ser que alguno de ellos: Ayala, Llorente, Ortiz, Luna, Hernández o De Andrés, pongan por delante los intereses de sus vecinos a los del partido. Sean valientes y demuestren que son servidores públicos, no lacayos del sátrapa de la Moncloa.