200 euros. Eso vale para la DGT la vida de un peatón que circula correctamente por la acera y puede cruzarse con un conductor de patinete eléctrico.

Ocurrió hace escasos días, en la avenida de las Naciones de Fuenlabrada. Abrimos la puerta y nos disponíamos a salir a la calle. Algo nos detuvo, no sé todavía el qué. Afortunadamente no nos metimos en la acera, pues un malnacido circulaba con su vehículo a una velocidad endiablada. La muerte de dos ruedas giraba a la izquierda y se perdía por la calle Móstoles. Adiós por esta vez, trampa de la muerte.

Por desgracia no es una anécdota más que evidencia que la vida: o se disfruta, o adiós muy buenas. Es común que los patinetes echen a los peatones de las aceras, con una administración cómplice y a verlas venir.

No sé cuál es el remedio, pero una multa de 200 euros se me antoja vergonzante. Si eso vale la vida para el director de la DGT, Pere Navarro, y los ayuntamientos de turno, mi desprecio absoluto a todos ellos.