Nunca imaginamos lo que se nos venía encima, ahora justo hace un año. Cómo hemos cambiado, 365 días después. Pero hay algo que es inmutable, a pesar de los pesares. Son la vida y la libertad. No se entiende la una sin la otra, pues sin la primera no hay segunda que valga, pero de qué vida estaríamos hablando si no fuera desarrollada en libertad. ¡Qué galimatías! Pero hay que grabarlo como un mantra, justo en un año donde muchos hemos descubierto el valor de las dos.

Esto me recuerda a que hace dos semanas recibía la visita de una amiga de las Islas Baleares. Coincidía con un fin de semana de agradables temperaturas en Madrid, y quedó fascinada de cómo la gente (con mascarilla en su totalidad) disfrutaba al aire libre, de las terrazas y la buena compañía hasta casi la medianoche, algo impensable para una insular.

Del Templo de Debod a Tribunal, de ahí a Colón, Cibeles y El Retiro. Vida y libertad que Madrid ha sabido conjugar y a la que yo, personalmente, estoy agradecido.