Pedro Sánchez ya puede estar orgulloso. Entrará en los libros de historia. Y no por llegar al poder gracias a la moción de censura. Ni por tratar de sacar los restos mortales de Franco del Valle de los Caídos. Ni siquiera por ser el mandatario español con más kilómetros a sus espaldas entre viaje y viaje en Falcón.

Que va. Pedro Sánchez pasará a la historia, y así lo narrarán los libros, por ser el presidente de un país, España, que claudicó frente a una de sus regiones, Cataluña. Pedro Sánchez pasará a la historia por ser el presidente de un país, España, que hincó la rodilla ante los separatistas catalanes. Rebeldes liderados ahora por un señor, Quim Torra, racista y xenófobo, que dice que “los españoles sólo saben expoliar”; o que “si seguimos aquí algunos años más corremos el riesgo de acabar tan locos como los mismos españoles”.

El afán de Pedro Sánchez por mantenerse en el poder le lleva a abrazar la postura independentista, nombrando la figura del relator

El afán de Pedro Sánchez por mantenerse en el poder, por ocupar La Moncloa hasta el último segundo, le ha llevado a abrazar los postulados independentistas. De otra forma no se entiende que acepte, por primera vez en la historia de este país, que un relator -eufemismo de mediador– esté presente en las conversaciones entre España y Cataluña. Pedro Sánchez ha colocado a Cataluña, una de nuestras diecisiete comunidades autónomas, al mismo nivel que España. De tú a tú. Se ha saltado deliberadamente la unidad y solidaridad entre españoles y sus regiones que recoge la Constitución.

En su propio partido, el PSOE, han empezado a salir voces críticas. Pocas, eso sí. Incluso con cierto miedo. Como la de Emiliano García Page, presidente de Castilla La Mancha. Y no porque le interese la igualdad entre españoles o la unidad del país, sino porque en mayo, dentro de tres meses, se juega las habichuelas en las urnas y los castellano manchegos van a asociar las siglas del PSOE a la de los golpistas y rebeldes catalanes. Tiene el ejemplo de Andalucía y ya se sabe que fuera de la política, para alguien que no sabe vivir de otra manera, hace mucho frío.

Ya que los españoles no podemos votar aún, tendrán que ser los barones del PSOE quienes paren esta demencial huida hacia delante del presidente

Así que ya sea por interés personal o de otra índole, y puesto que los españoles a día de hoy no podemos votar, ha de ser el propio PSOE, un partido que entre sus siglas sigue contando con la palabra español, quien pare desde dentro la demencia de un presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para quien el fin justifica los medios. Delirio similar al que está jugando la vicepresidenta Carmen Calvo, cuyo papelón para que traguemos con esta figura del relator también será analizado por los libros de historia.

No es la primera vez que recordamos en estas líneas a uno de los padres de la Constitución, ADN socialista, como Gregorio Peces-Barba, cuando decía que “cuando el presidente de una comunidad autónoma, que es la más alta autoridad del Estado en ese territorio, hace lo posible por deshacer la Constitución, eso tiene un nombre: traidor”. Y quien se pliega, rinde y claudica ante un traidor tiene el mismo apelativo. Así se ve ahora y así será recordado por las futuras generaciones.