Getafe y Alavés han firmado tablas en el Coliseum en un duelo tremendamente trabado entre dos equipos que se conocen bien y saben cómo contrarrestarse. En esta ocasión, la resultante del elevado número de faltas y el fuerte viento reinante ha sido un partido sin ritmo, espinoso y poco dado a las florituras.
Los de Bordalás llegaban a la cita condicionados por las bajas en defensa de Djene, Cabaco y Olivera, además del 5-1 encajado en Bilbao. La solución del técnico ha sido configurar una zaga de tres centrales y dos carrileros dando entrada en el once al recién llegado Chakla con un solo entrenamiento y retrasando a Timor para completar la tripleta junto a Etxeita.
En ese sentido, el puramente defensivo, la apuesta le ha salido bien porque su equipo no ha recibido un solo gol y Yáñez apenas se ha visto exigido por un rival que ha dado por bueno el empate prácticamente desde el calentamiento.
Otro cosa ha sido el desempeño ofensivo. Por ahí sigue estando otra de las asignaturas pendientes del equipo azulón, que ha perdido su pegada de anteriores campañas y eso también está afectando a su hoja de resultados.
En cualquier caso, y siendo realistas, si alguien mereció sumar los tres puntos pese a lo enmarañado del encuentro fue el Getafe, cuyo arsenal ofensivo ha sido más bien escaso su bien ha dispuesto de las dos mejores ocasiones del partido con diferencia, entre otras cosas porque al Alavés no se le ha contabilizado ninguna medianamente clara.
La primera llegaba en el minuto 38, cuando Mata aprovechaba un balón despejado a la salida de un corner para golpear el balón con potencia hacia la portería, si bien en su camino se ha encontrado con la cabeza de Tachi para salvar bajo palos y evitar un gol que ya prácticamente se celebraba en el bando local.
La otra ha sido ya en pleno acoso final del Getafe, concretamente en el minuto 88, cuando Arambarri, el mejor jugador con diferencia sobre el terreno de juego, ha logrado cabecear en el segundo palo un saque de falta y el balón se ha marchado cerca de la madera.
