El Tribunal Constitucional ha tumbado el sistema de cálculo del impuesto de Plusvalías. Se trata del segundo tributo, después del IBI, del que se financian las cuentas de los ayuntamientos de toda España, así que ya pueden imaginarse el mazazo que esto supone para el erario público, que sí que tiene dueño: los contribuyentes.

El caso es que el Tribunal de garantías entiende que ese cálculo que se ha venido haciendo ha sido erróneo, ya que el suelo urbano siempre se revaloriza. Recordemos que la RAE lo define como: “El incremento del valor de un bien por causas extrínsecas a él”.

Y un incremento por el que la Administración ha estado sacando tajada para financiar sus presupuestos. En principio, para revertir ese cobro de una ganancia en servicios públicos que luego usamos todos. Pero ya nos dirán como están los centros de salud, como funciona el Cercanías, y encima en 2024 van a querer que paguemos por el uso de autovías, por obra y gracia del Gobierno de Pedro Sánchez.

Así que sí, la milonga del “bien común” sirve de excusa para cobrar un impuesto que, lejos de desaparecer como debería, se va a reformular para seguir esquilmando los bolsillos de los de siempre: los ciudadanos. Hay que recordar que quien desarrolló ampliamente el concepto de Plusvalía fue un tal Karl Marx, de cuyas raíces han nacido la ideología más criminal que ha visto la humanidad: el comunismo. Y entre plusvalías varias, el monstruo estatal va engordando y no está dispuesto a adelgazar. Ya saben: por su bien.

La RAE define Plusvalía como: “El incremento del valor de un bien por causas extrínsecas a él”. Y un incremento por el que la Administración ha sacado tajada y cuyo cálculo ha tumbado ahora el Tribunal Constitucional

Siempre todo es por nuestro bien. Nos usan como conejos de indias a los que atizar a impuestos y restricciones. Da igual lo que digan los tribunales. El cálculo de las Plusvalías ha sido ilegal y nadie va a pagar por este crimen, sino que ahí seguirá este impuesto ilegítimo, con otro nombre eso sí, pero con su misma función, que no es pagar servicios públicos que reviertan en nuestro bien. No se lleven a engaño.

Y mientras esto ocurre por la puerta de atrás, hay otro asesino silencioso aún peor y del que también sale beneficiado el aparato estatal y sus oligarcas metidos a políticos: la inflación.
La inflación en España se ha disparado a niveles de 1992. Qué casualidad que siempre gobierna el mismo partido cuando de crisis hablamos. ¿Existen las casualidades o los malos gestores? Nos aventuramos más a los segundos. Pero recuerden, ustedes pagarán las consecuencias.

Esas son un incremento de la cesta de la compra, del gas, de la luz, de la gasolina… De absolutamente todo. “La inflación es un impuesto sin legislación”, decía MIlton Friedman. “Con un proceso continuo de inflación, los gobiernos pueden confiscar, secreta e inadvertidamente, una parte importante de la riqueza de sus conciudadanos”, apuntaba el gurú de la Socialdemocracia, John Maynard Keynes.

De modo que: ¿A quién le interesan las Plusvalías y la Inflación? La respuesta es fácil. El rastro del dinero siempre deja una huella imposible de borrar. Aquel político o gobernante que le diga que “estamos trabajando por su bien”, ése; ése es el traidor. Y o bien espabilamos de una vez, o no habrá quien mire a nuestros hijos y nietos a los ojos por la ruina que heredaron.