Se consuma el atentado contra los vecinos del sur de la Comunidad de Madrid. Desde este martes han empezado a funcionar los cuestionados semáforos de la A-5. Proyecto estrella del Gobierno de Manuela Carmena en el Ayuntamiento de Madrid para limitar los accesos a la capital por carretera. Una medida anunciada desde hace un año, impuesta de manera unilateral por el Gobierno capitalino y con el loable objetivo de reducir la contaminación en el centro de Madrid.

Con una actitud paternalista, Manuela Carmena ha decidido que lo correcto es instalar semáforos en la A-5 sin contar con nadie

Manuela Carmena y su equipo han actuado en este asunto como aquellos monarcas del Despotismo Ilustrado. Ya saben: ‘todo para el pueblo pero sin el pueblo’. Con una actitud paternalista, el Ayuntamiento de Madrid ha decidido que poner semáforos en la A-5 es la medida “correcta” para frenar la contaminación en la capital. El problema es que Madrid, en tanto capital de España, es patrimonio de todos los españoles. También de los madrileños que viven lejos de la almendra central o de municipios limítrofes como Alcorcón, Fuenlabrada, Móstoles o Arroyomolinos. Madrid no es el cortijo ni el reino absoluto y de los déspotas de ‘Podemos’, ‘Más Madrid’, ‘Ahora Madrid’ y ‘Mañana Ya veremos’, en función de las encuestas, así nos llamaremos.

La A-5 es una autovía usada por necesidad y a diario por miles de madrileños del extrarradio para acudir a sus puestos de trabajo, estudios o por puro ocio. No se les ha ofrecido una alternativa. Los partidos de hacerlo todo por asamblea y consulta han decidido cercenar la movilidad de golpe y porrazo sin convocar a ninguna otra administración que tenga voz en un asunto tan importante y fundamental como este.

Madrid no es el reino ni cortijo de Podemos o Más Madrid. Es patrimonio de todos los madrileños, que desde el sur ven cercenada su movilidad

Recientemente en una entrevista a este periódico, uno de los líderes históricos de Los Verdes en Madrid y Alcorcón, el ecologista Juan Carlos Martínez, decía y con razón que esta medida solo haría trasladar la contaminación del centro al extrarradio. Que se preparen los vecinos de Batán, Casa de Campo o Aluche. Ciudadanos de segunda para el Gobierno de Manuela Carmena. De los vecinos de Alcorcón, Arroyomolinos, Móstoles o Fuenlabrada ya ni hablamos. La Tercera se nos antoja una quimera.

Las ‘gracietas’ de Carmena y sus marcas blancas no pueden quedar impunes y, afortunadamente, aunque desarrollen el Despotismo Ilustrado tres siglos después de su advenimiento, hoy están las urnas para parar este desaguisado. En tres meses los madrileños, los de la capital, los que la izquierda radical trata de dividir, tienen la oportunidad de echar a Carmena y compañía con el poder del voto. “Más fuerte que una bala de fusil”, como decía Abraham Lincoln.

En lo que nos toca a los madrileños del sur, también tendremos el sano ejercicio de la democracia para mandar a su casa a quienes, por un lado, auparon las políticas de Carmena al poder -vaya papelón del PSOE apoyando hace un año y desdiciéndose ahora- y a quienes, como marca blanca, critican con la boca pequeña no dicen ni mu sobre las medidas de la alcaldesa de las magdalenas.