No, no nos vamos a tapar, y menos en una sección como la de Opinión. Apoyamos la Tauromaquia, los festejos taurinos y no solo por tradición. Un respaldo que no impide dar voz a otras sensibilidades acerca de este tema, puesto que la sociedad es plural y creemos en ella. Taurinos y antitaurinos siempre tendrán voz en estas líneas. Obviamente, desde el respeto.
Dicho esto, las tradiciones deben ir amoldándose a los tiempos que corren. Por ejemplo en Humanes de Madrid y en Fuenlabrada urge repensar y modificar de qué manera transcurran en el futuro los festejos taurinos. Más concretamente, los encierros.
Durante estas fiestas que han tocado a su fin ha quedado patente que una gran ciudad como Fuenlabrada, no se puede permitir tener durante más de dos horas a animales bravos sueltos por la calle, con lo que eso conlleva para la seguridad de corredores y reses, además de un despliegue de emergencias y cortes de tráfico en arterias principales de una localidad de semejante envergadura.
Tampoco se pueden permitir imágenes como una grúa trasladando a un astado muerto, porque no ha podido completar el recorrido, ya que el animal es retenido en el inicio del encierro por varios individuos con muletas y capas.
Se acabó eso de soltar a los toros de uno en uno y sálvese quien pueda. Les toca a los alcaldes de Fuenlabrada y Humanes juntar a las peñas taurinas y proponer alternativas para evitar imágenes como las de estos festejos
Será el Ayuntamiento quien, valga la expresión, deba coger el toro por los cuernos, reunir a las peñas taurinas y plantear el cambio. Nada de abolir los encierros; no estamos hablando de eso, pero se acabó eso de soltar a los toros de uno en uno y sálvese quien pueda. Tal vez una solución, a modo de propuesta, sea juntar a los cabestros con los tres bravos y que todos completen el encierro de una vez, en el menor tiempo posible. Seguramente, al carecer de plaza fija, haya que amoldar los corrales. Si eso fuera así, hágase. Pero insistimos, las imágenes de estas Fiestas Patronales no se pueden repetir, le pese a quien le pese.
Y otro tanto ha de sucede en Humanes de Madrid, donde dos mozos resultaban gravemente corneados en el cuarto encierro. De no ser por la rápida intervención de la Policía Local, el infortunio hubiese sido aún mayor, seguro.
Quien corre voluntariamente se expone a esto, es una obviedad. Pero un animal de 600 kilos, solo, atrapado entre vallas y con estímulos por doquier va a hacer lo único que sabe hacer: embestir. Eso se podría evitar de la misma forma, soltando a mansos y bravos juntos.
Ahí está el ejemplo de San Sebastián de los Reyes y, por supuesto, San Fermín. Cierto que son los astados que se lidian posteriormente, pero tanto Fuenlabrada como Humanes de Madrid se pueden adaptar a sus circunstancias. Es cuestión de voluntad política, y en eso, les toca a sus respectivos alcaldes mover ficha, que para eso están ahí.