“Gran persona debió de ser el primero que llamó pecado mortal a la pereza”. Así arranca ‘Vuelva usted mañana’, el texto periodístico de uno de los padres nacionales de este denostado oficio, Mariano José de Larra, que aparecía por primera vez en El Pobrecito Hablador. Revista Satírica de Costumbres. ¡Cuán de menos se echan la ironía, el sarcasmo y retintín de plumas como la de Larra, que engrandecieron el noble arte del Periodismo!

Es verdad que hay cuestiones con más seriedad que otras, pero cuando uno se topa con la burocracia, con la elefantiásica administración pública, mejor tomarlo con humor si no se quiere caer en la desesperación. De sobra es sabida la pereza de sus señorías, que han olvidado su condición de servidores hasta metamorfosear en servidos, pues uno pensaría que paga impuestos y sostiene un complejo engranaje administrativo para que le resuelva los problemas a la mayor brevedad posible.

Sin embargo, en cuanto a la Administración se refiere, como decía Larra: “Convengamos solamente en que esta institución ha cerrado y cerrará las puertas del cielo a más de un cristiano”. Entre ellos, al pobre Sans-délai, protagonista de ‘Vuelva usted mañana’.

Eso les lleva ocurriendo desde hace más de un año a los vecinos de Arroyomolinos, que tienen sus casas a merced del tiempo atmosférico, pendientes de que al arroyo La Arroyada no le dé por crecer más de la cuenta y derrumbe sus hogares. A modo de sátira (la risa es más poderosa que la pereza burocrática, sin duda) se las conoce ya como ‘Las casas colgantes de Arroyomolinos’, bautizadas así por los propios vecinos, a los que les queda el recurso del sarcasmo para no desesperar entre tres administraciones (local, regional y nacional) que echan “un cigarrito al brasero”, mientras el tiempo pasa de forma exasperante para los afectados.

Llama la atención lo pragmáticos que pueden llegar a ser los administradores de lo público cuando les interesa. Sobre todo los gestores políticos, que aceleran los plazos administrativos si de arrimar el ascua a su sardina se refiere. En cambio, cuando el Sans-délai de turno hace uso de su legítimo derecho a ser atendido por la administración, la respuesta es la de siempre. A saber: “¿Para esto he echado yo mi viaje tan largo? ¿Después de seis meses no habré conseguido sino que me digan en todas partes diariamente: «Vuelva usted mañana», y cuando este dichoso «mañana» llega en fin, nos dicen redondamente que «no»?”.

Así ha sido en Arroyomolinos desde aquel 1 de noviembre de 2021, que se dice pronto. Ahora se estima que las obras de contención para evitar el derrumbe de las viviendas empiecen antes del 1 de febrero. Claro que habrá que encomendarse a la Divina Providencia y confiar, aunque solo sea por ese anhelo humano de creer en el prójimo. Si no, habrá que volver mañana, y mañana, y mañana….