Un estudio revela que el observador que se sitúa frente a la famosa obra del Bosco, El Jardín de las Delicias, se detiene más tiempo y presta más atención a la tabla que recoge el Infierno.

El estudio, realizado por el grupo de Neuroingeniería Biomédica de la UMH, ha aplicado tecnologías avanzadas de investigación para profundizar en el comportamiento del público frente a la pintura. El tiempo medio de contemplación de la obra superó los 4 minutos, demostrando que esta sigue cautivando la mirada de quien la contempla quinientos años después de que fuera creada.

El Jardín de las Delicias. El Bosco. Museo Nacional del Prado

La tecnología empleada en el estudio permitía registrar la posición de los sujetos en la Sala, medir el tiempo que cada persona miraba la tabla y a qué parte de la obra prestaban atención. Además, también es capaz de registrar, de manera simultánea con la observación, el tamaño de las pupilas lo que proporciona información relevante sobre las respuestas emocionales.

Una de las últimas teorías desarrolladas desde la Historia del Arte sobre este tríptico, pintado en torno a 1500, la concibe como una pieza de conversación. Al parecer, ya en el Palacio de Nassau en Bruselas, primer destino del tríptico, sus dueños lo mostraban a la élite de la época y conversaban sobre ella, algo que sucede diario en la sala donde habitualmente se exhibe en el Prado, que registra los datos más elevados en cuanto al número y tiempo de visitas.

Otro de los resultados más ilustrativos del estudio ha sido la obtención del recorrido tipo que cada una de las 52 personas analizadas ha realizado con su mirada al observar el tríptico. Para ello se han utilizado gafas de seguimiento ocular que, conectadas a un ordenador, registraban de manera independiente la dirección de la cabeza, la dirección de los ojos, y los movimientos sacádicos – aquellos movimientos rápidos y simultáneos que realizan ambos ojos cuando están observando- así como el tamaño de cada una de las pupilas.

Área de observación de El Jardín de las Delicias. El Bosco. Museo Nacional del Prado

Ha sido igualmente muy revelador comprobar que dicho recorrido visual parte, en el 46% de los casos, del panel izquierdo de la obra, continuando luego al central y finalizando en el derecho.

Como complemento a todo ello, el estudio también ha establecido una medición iconográfica, según el tiempo de observación de elementos más concretos dentro de la obra, como las fuentes, algunos pájaros o el misterioso autorretrato del pintor, el único que se diferencia en escala al resto de personajes y que nos sigue devolviendo la mirada cuando miramos al Bosco. Ello ha permitido generar un ‘mapa de calor’ que refleja las partes del cuadro que más llaman la atención de cada uno de los observadores.