Corría el 23 de marzo de 2015 cuando se procedió a la adjudicación de 147 viviendas públicas de la Empresa Municipal del Suelo y la Vivienda (EMSV) en el barrio de El Rosón (Getafe) a través de un sorteo en el que participaron las 356 solicitudes que optaban a estos pisos de 2, 3 y 4 dormitorios.

El acto tuvo lugar en el teatro García Lorca y contó con la presencia del entonces alcalde, Juan Soler, y Paz Álvarez, edil de Vivienda. Eran tiempos de vino y rosas para los presuntamente agraciados adjudicatarios porque la idea primigenia era emprender las obras a partir de agosto de ese año.

Sin embargo, el cambio de Gobierno municipal supuso el primer contratiempo de calado para los ilusionados compradores, que han relatado a Al Cabo de la Calle la odisea que desde entonces viven por los continuos despropósitos que han convertido esta promoción de viviendas en una auténtica pesadilla para todas estas familias, que a día de hoy han desembolsado de media más de 30.000 euros y que en cerca de cinco años solo han visto concretarse el 23 por ciento de la obra.

Cambio de Gobierno municipal, retrasos en la licencia de obra, contratiempos en el proceso de licitación, tierras contaminadas, quiebra de una de las constructoras…problemas y más problemas para desesperación de unos compradores que llevan casi cinco años de espera

Cronológicamente hablando, y según la versión de los propios afectados, durante todo 2016 y parte de 2017 aguardaron estérilmente por la licencia de obra municipal. En mayo de ese año, y tras una reunión con la EMSV, se les informó de que había habido un problema con la apertura de sobres del concurso de adjudicación de la obra y había que repetir la licitación.

A ese nuevo escollo se añadió posteriormente la renuncia de la constructora adjudicataria en primera instancia, Becsa, en el mes de diciembre antes incluso de empezar los trabajos. En enero de 2018 se firma contrato con la UTE conformada por Oproler y Oca. que emprende las obras en marzo.

El pasado día 3 tuvo lugar la primera movilización y ya hay otra convocada para el sábado 28 de septiembre

Las cosas parecían marchar por fin razonablemente bien. Sin embargo, en septiembre se descubre que en una de las dos parcelas de la promoción (1.4) hay tierra contaminada y se paralizan los trabajos durante nada menos que ocho meses. En abril de 2019 se reanudan las obras una vez ejecutada la labor de limpieza de los terrenos afectados, pero para entonces empiezan a cundir las dudas acerca de la solvencia de Oproler.

En vista de la creciente incertidumbre, a principios de junio la EMSV hizo llegar a los compradores un mensaje de tranquilidad recalcando que las obras se seguían realizando con normalidad y que incluso se habían reforzado los turnos de trabajo. Sin embargo, el 1 de agosto se confirmaban los peores presagios al presentar la mencionada constructora concurso de acreedores y renunciar a seguir adelante con la promoción.

Los adjudicatarios han desembolsado mas de 30.000 euros de media y solo se ha ejecutado el 23% de la obra

Era la gota que colmaba el vaso de estas 147 familias, que después de cerca de cinco años de espera ven cómo la obra tiene que ser licitada por tercera vez y cómo el sueño de contar con una vivienda en la que mejorar sus condiciones de vida hace tiempo ya que se tornó en una cruel pesadilla.

A todas éstas, ni desde el Ayuntamiento ni desde la propia EMSV se les ofrece algún tipo de alternativa que les permita mirar la situación con ciertas perspectivas de solución, por lo que han decidido pasar a la acción. El pasado 3 de septiembre tuvo lugar una primera movilización que congregó a más de un centenar de personas en los aledaños de la obra y ya tienen otra concentración convocada para el sábado 28 de septiembre.

Y es que, dentro de la desesperante situación que vive el común denominador de los afectados, en algunos de los casos se están viviendo verdaderos dramas familiares. Al Cabo de la Calle ha recabado cuatro testimonios que los propios protagonistas nos han trasladado en primera persona y que a continuación reproducimos para que se hagan una idea de la magnitud del problema.

VIRGILIO

En la parcela 1.7.2 tengo concedido un bajo adaptado a mi esposa, que es minusválida, tiene parkinson y cáncer de mama y necesita oxígeno las 24 horas. Vendimos nuestro piso de Madrid para estar cerca de nuestra hija Ana, que vive en El Bercial. Nos hemos tenido que venir a vivir con ella porque los pisos de alquiler están por las nubes y estamos desesperados. Teníamos todas nuestras ilusiones puestas en ese pisito, mi esposa estaba encantada y ahora ni siquiera sé si podrá llegar a disfrutarlo. Tengo 71 años, soy responsable de su cuidado y estoy verdaderamente hundido.

ALICIA

Tengo 67 años y estoy pagando un alquiler de 614 euros, que para mí es mucho porque no dispongo de pensión y estoy trabajando en casas por horas. El dinero que tengo se lo va a comer el alquiler porque eché cuentas para tener el piso en dos años y en mi caso ya va para cuatro que estoy esperando. Este retraso me está ocasionando problemas serios de salud porque ni siquiera sé cuándo vamos a tener una solución.

ÁNGEL

Actualmente vivo en Parla y matriculé este curso a mis dos hijos (3 y 7 años) en Getafe pensando que los pisos ya iban a estar terminados, pero ahora no tengo plaza en Parla y los tengo que llevar a Getafe. El problema es que tenemos que coger tres medios de transporte público (tranvía, tren y Metrosur) para llegar al centro educativo y eso supone una auténtica paliza cada día para los niños porque nos lleva más de una hora. Además, teníamos un contrato para vender nuestro piso de Parla, pero al no poder hacerlo porque no nos dan la vivienda de El Rosón hemos tenido que indemnizar al comprador con 3.000 euros.

MARÍA

Tuve la desgracia de salir adjudicataria en este sorteo público de viviendas. Solicité el piso buscando una solución para poder cuidar de mis padres porque en mi casa, con escaleras, era imposible. La vendí creyendo las mentiras que me contaron de que la promoción estaría terminada en 18 meses, pero en estos casi cinco años de espera he pasado de la ilusión a la frustración y la desesperanza. Mi familia y yo estamos sin casa propia, viviendo en una de prestado porque no podemos gastarnos en un alquiler el dinero de la venta cuando no hay ninguna garantía ni fecha prevista de terminación. Y lo que más tristeza me causa es tener la certeza de que mi madre enferma no llegará a ver ni a vivir en la casa de la que con tanta ilusión le hablé.