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¡Son las elecciones, idiota!

El próximo 10 de noviembre, los españoles tenemos una nueva cita con las urnas. Y van cuatro votaciones en cuatro años, lo que evidencia a las claras el fracaso de la clase política nacional. La lucha de egos de los representantes de los principales partidos nos ha abocado a este dislate, más propio de la astracanada y el sainete que de la política en sí.

Porque no hay que confundirse. Aquí cada uno va a lo suyo, interpretando falsillos sentimentales de ahora te apoyo, ahora no y mañana ya veremos, pues tenerte en el Gobierno me quita el sueño. Sus señorías, con ese suculento jornal “ganado” a costa del sudor de millones de personas -sí, usted, querido lector- abusan del ripio, la rima y el chiste fácil con tal de mantener la poltrona, inventándose además conflictos y problemas que en su día a día le importarían un pimiento.

Con las del 10 de noviembre van cuatro votaciones en cuatro años, lo que evidencia a las claras el fracaso de la política nacional

¿Y por qué? Porque: ¡Son las elecciones, idiota! Y en precampaña y campaña electoral todo vale para arrimar el ascua a su sardina y movilizar al contribuyente a que se levante por cuarta vez en cuatro años, un domingo, su día de descanso, para seguir sosteniendo un sistema insostenible, pues las espaldas de España son cada vez más viejas y ni pensión tienen garantizada. Así que toca remover el estómago, que no la razón; el corazón y las tripas, que no la cabeza.

Quién necesita reflexión, mirar más allá del Matrix político si a sus señorías les conviene mejor el enfrentamiento y la desdicha del pueblo que gobiernan. Y así, como decimos, surgen problemas mediáticos como la independencia utópica de Cataluña, ideada por la burguesía y sus cachorros radicales disfrazados de proletarios para dividir y tapar un tres por ciento de las corruptelas de cincuenta años de Gobierno. Todo, en connivencia con un presidente del Gobierno en funciones más preocupado del espejo de las encuestas que no mueve un dedo, no vaya a ser que baile el escaño de mi colega, camarada y compañero de partido.

“Como la dicha de un pueblo depende de ser bien gobernado, la elección de sus gobernantes pide una reflexión profunda”

Si esto no funciona para desviar la atención del paro, la precariedad laboral, el abandono de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, el déficit económico, un transporte lamentable y una sanidad pública en vías de extinción, sacamos -literalmente- el comodín de Franco. Porque: !Son las elecciones, idiota! y como el dinero público no es de nadie, que diría la ‘vicepresi’ Carmen Calvo, pues gastemos a espuertas lo que no tenemos y pasemos olímpicamente de los verdaderos problemas de la gente. Eso sí, que el comunismo no me lo toque nadie.

“Como la dicha de un pueblo depende de ser bien gobernado, la elección de sus gobernantes pide una reflexión profunda”, decía el poeta y filósofo Joseph Antoine René Joubert. Y con mucha razón, pues en tiempos de zozobra, donde no está de moda la reflexión, conviene pensárselo dos veces a la hora de votar -o no hacerlo- Así que lector reflexione, piense, medite y escarbe entre tanta mediocridad política; entre tanta promesa incumplida. Solo entonces podrán hallar la dicha. Desde la cabeza, y no desde las tripas.