Foto: Getafe CF

La crónica del Getafe-Valencia es la historia de un repaso. Concretamente el que ha propinado el equipo azulón a su adversario, que apenas ha dado señales de vida en Coliseum. Los de Bordalás tenían todavía alguna cuenta pendiente de la eliminatoria de Copa del pasado año y han elegido este duelo para saldarla. Y con intereses porque el 3-0 final se antoja hasta corto para los merecimientos del equipo propietario del Coliseum, entregado a la causa de un colectivo que cada día que pasa considera menos quimérico plantar una pica en la próxima edición de la Champions.

Apenas ha habido tiempo para la especulación. El Getafe ha cogido el partido de las asas y lo ha manejado a su antojo. De principio a fin. Con decir que el primer, y diríase único, remate que ha sobresaltado mínimamente a David Soria ha llegado en el minuto 83 y ha sido un disparo desviado de Kondogbia es fácil llegar a la conclusión de que los de Celades no han comparecido en el recinto getafense. Aunque seguramente seríamos más justos si dijésemos que ha sido el Getafe el que no les dado permiso para aparecer.

La estajanovista presión de los locales, perros de presa en pos cada balón dividido y con una portentosa facilidad para colapsar cualquier vía de creación valencianista, ha propiciado numerosas ocasiones de gol ya antes del descanso. pero entre que ha faltado precisión en varios remates a la hora de encontrar portería (Cucurella, Molina, Maksimovic) y que Jaume ha estado inconmensurable para desviar dos excelentes remates de Maksimovic y Cucurella en la última acción del primer acto, la mejor noticia para el Valencia es que ha alcanzado la pausa sin ningún daño de consideración y la posibilidad de variar la hoja de ruta en el vestuario.

UN DOBLETE PARA EMMARCAR DE JORGE MOLINA

Pero lejos de atenuarse, la presión sobre el marco visitante se ha agudizado. Molina y Mata han dado los primeros avisos, que han vuelto a toparse con Jaume, pero el tercero ha abierto definitivamente la lata. Jaume ha acertado a repeler otro remate a bocajarro de Mata, pero no contaba con Molina, que ha robado literalmente la cartera a los centrales metiéndose entre ellos y embocando a la red el balón que había quedado suelto (57`).

El 1-0 ha terminado de enviar a la lona al Valencia, que hasta entonces al menos había encontrado relativo consuelo en el marcador. El gol ha sido un torpedo a la línea de flotación y las vías de agua no han tardado en proliferar. Apenas diez minutos después el propio Molina ha firmado una inconmensurable obra de orfebrería en el área del Valencia, donde un simple movimiento de cadera le ha bastado para quebrar la cintura de tres adversarios y lo demás ha sido coser y cantar para él, que ha alojado el balón dentro de la portería con la maestría que le confieren sus bien llevados 37 ‘tacos’. Podrá jugar hasta cuando quiera porque se le ve capaz de sentar cátedra aunque tenga que jugar con muletas.

Pero para desgracia del Valencia ni siquiera el 2-0 ha atenuado los bríos del Getafe, empeñado en hacer picadillo a su oponente, que por cierto también ponía de su parte a la hora de colaborar en el festival azulón. Por ejemplo Florenzi, expulsado en el 77′ por una feísima entrada sobre Cucurella.

Apenas dos minutos después el estadio se venía literalmente abajo. Y esta vez no era a consecuencia de otro gol o alguna acción destacada. Se trataba del cambio de Ángel por Molina. La ovación para los dos ha debido oírse hasta en Tombuctú. Y como todavía quedaba tiempo y ya sabemos como se las gasta Ángel, el canario ha enfilado el área rival en un contragolpe con todos los pronunciamientos favorables, pero ha preferido ceder el balón a Mata, mejor colocado si cabe que él, para el que el madrileño firmase a placer el tercero (87´).

Y hasta aquí la historia de uno de los partidos más completos que haya firmado el Getafe en Primera. Porque aunque hayamos hablado mucho de los delanteros habida cuenta de las múltiples ocasiones de gol de que ha dispuesto el equipo, sería pecaminoso no destacar la descomunal labor defensiva de jugadores como Damián, Matías, Olivera, Etxeita, Djené, Arambarri o Maksomovic, que bien merecerían un monumento a la abnegación. Como el Getafe en su conjunto. Disfruten mientras puedan de este equipo porque hoy por hoy debe haber pocos espectáculos más gratificantes que ver jugar a este Getafe.