Santiago Sánchez (Imprebís): «Soy feliz de haber generado un lenguaje propio en el teatro que parte de la improvisación y que permite hablar de la sociedad de un modo inmediato»

Es otra historia, y se nota desde el principio de la conversación. La suya, la del fundador de la compañía Imprebís, con la que revolucionó en España el teatro e introdujo la improvisación, es la de quien vive feliz. Santiago Sánchez, veterano , premiado y más que reconocido director de nuestra escena y reclamado fuera en tantos países como los 21 a los que ha ido con Imprebís durante los 40 años que llevan juntos. Uno de sus componentes, Carles Castillo, se aleja por un tiempo, y para este hasta luego no pueden dejar de pisar la plaza madrileña. Están en Madrid desde el 3 de septiembre en el Infanta Isabel ‘Hoy no estrenamos’, la función que une todo lo mejor de su arte en improvisación, son los número uno, y la veteranía teatral. Eso sí: solo habrá diez funciones.

Más de 40 años haciendo teatro y absolutamente pionero da para mucho balance, ¿es posible resumirlo?
Sí, yo diría que me quedo con la felicidad de haber hecho algo que ha hecho felices a otros y a la gente, y a nosotros mismos. También soy feliz de haber generado un lenguaje propio que parte de la improvisación y que permite hablar de la sociedad de modo inmediato. Y desde luego no puedo olvidar la relación humana que tenemos y mantenemos a lo largo del tiempo entre los componentes.

No es precisamente lo más habitual…
Hacer un equipo humano en esta época de usar y tirar es muy difícil. Intentan que no se consoliden, no hay ni dan facilidades.

¿El público ha sido clave en su caso y en ese caso?
Totalmente, el público lo hace posible. Es fundamental. No tiene sentido no pensar en el público. El teatro sin público no es teatro, es ensayo.

Ustedes eran una fórmula de investigación, y de alguna manera quieren seguir siéndolo, ese paso adelante ¿siempre está en su radar?
Sí. Los últimos ocho años aproximadamente veíamos que había mucha improvisación. Nosotros llevábamos muchos años haciéndola y decidimos ir más allá. Empezamos a llevar la inmediatez de la improvisación a la escritura de textos. Y nos hemos adelantado a veces, en 2020, en la obra que escribimos hablábamos del gran apagón.  En resumen, lo que hacemos siempre es un homenaje al mundo del arte. El teatro te cambia la vida para mejor. En vez de pastillas, hay a quien le funciona mejor apuntarse a un taller de teatro.

¿No han dejado de disfrutar sobre las tablas nunca?
No, disfrutamos mucho y eso se contagia a la gente. Tenemos esa felicidad y disfrute del niño jugando y la calidad del artesano haciendo su oficio. Lo más difícil es no perder esa felicidad del niño.

Y en la vida, no solo en el teatro, bastante más…
Totalmente. Que la gente vaya feliz a su trabajo… También tenemos la fortuna de conocer y viajar por muchos países. Hemos estado con nuestros montajes en 21 países.

¿En qué varían los públicos de los diferentes lugares?
Hay una forma general. En una obra de teatro está como tú emites y eso es igual siempre, la diferencia está en los matices. En Latinoamérica, por ejemplo, la improvisación la festejan mucho, son muy acogedores y ardientes. Luego hay públicos aparentemente más fríos, como en el norte de España, pero la ovación final que te dan es inmensa.

¿El tema más complicado que les ha tocado improvisar?
Las propuestas más complicadas son las más estimulantes.  En una ocasión, en 1995, estábamos actuando en Madrid, y el día que fue el atentado a Aznar nosotros teníamos función por la tarde, a las seis. La gente iba apuntando sus propuestas para que improvisáramos en papelitos y uno de los que abrimos ponía: Atentado a Aznar. ¿Qué hicimos? Pues si recuerdas todo el tiempo se decía que se había salvado gracias al Audi blindado que llevaba, y se repetía que el Audi y que el Audi y que gracias al Audi blindado. Así que hicimos cada uno un personaje, uno era la bomba y otro, el Audi blindado. El gag consistía en una conversación entre la bomba, que sabía que seguro iba a morir, y el Audi, que decía que con él no podrían, porque era un Audi blindado. También en pleno caso Nevenka nos lo pusieron.

¿Tal vez ahora sea mejor casi no improvisar de aquella manera?
Completamente, porque uno de los cambios que hemos sufrido es el de la crispación y la polarización. Antes era más agradecido y había mucho mejor rollo. Podías dar a unos y a otros; ahora no. nosotros hemos dado tanto a la corrupción del PSOE como a la del PP. En cuarenta años que llevamos haciendo humor nos ha dado tiempo a todo. Y es que el humor te lo permite y a veces sucede como en un periódico, que tienes por una parte el editorial serio y por otra, la viñeta de humor. Pues a veces llega mejor la viñeta. Hacer lo que hacíamos se está poniendo más difícil en ese sentido, y se ve en el tipo de humor que se hace, es mucho más blanco.

Antes decía que su trabajo le hace feliz, ¿puede que la infelicidad de muchos contribuya también a esta crispación y mal rollo?
Esta sociedad es muy productiva pero para la producción no para la humanidad. Una vez nos salió en un espectáculo esta petición para improvisar: ¿Por qué odio mi trabajo? Y el aplauso a la actuación fue tal que nos hizo pensar en esto bastante. El trabajo no debería ser una carga, pero ha ganado que el ideal y la meta sea el beneficio económico.

¿Cómo se improvisa sobre cualquier tema en escena?
Hay mucho entrenamiento detrás y hay que estar muy abierto. Se trata de leer todo en primer grado.

¿Y cómo se hace?
Si lees los titulares con esa mirada, te vas a reír mucho. Por ejemplo: «Se me cae el mundo encima». Pon la lupa: ¿cómo me están hablando?, ¿me están diciendo que se le cae el mundo encima? Pero ¿cómo se le va a caer el mundo como tal encima? Y del drama sale siempre la comedia. los políticos son maestros en vender la moto con el lenguaje, cuando dicen «vamos a flexibilizar el mercado laboral» están diciendo «vamos a despedir a mucha gente». Y la labor del bufón es cuestionarlo.

Lo que ustedes hacen no se puede ver en ningún otro formato, ni Netflix, ni Disney…
Eso es, lo nuestro solo es posible en el teatro. Y es algo único, estás con gente, y se produce esa magia de que 500 personas se puedan reír juntos o compartir un silencio

En tiempo se series…
Sí, hasta el ocio se está formalizando en serie; es un consumo compulsivo.

Más mérito tienen ustedes…
Somos felices, y nuestro público también lo es. Es mágico.

 

 

 

También te puede interesar...