
Ciria: donde el fuego enciende el arte y el silencio lo sujeta
Hay artistas que trabajan desde la tranquilidad de una convicción firme pero serena, y otros que lo hacen desde una necesidad casi física. José Manuel Ciria pertenece a este último grupo. Su pintura no se observa: se escucha, se respira, se siente como algo que todavía está ocurriendo. Y así se percibe desde su inicio en la muestra ‘Fuego y silencio’ (Galería Distrito 001, hasta el 10 de diciembre), en la que las piezas seleccionadas establecen un encuentro entre tres territorios del artista: las Máscaras de la Mirada, los Psicopompos y la serie Procedimientos.
Las Máscaras, revisadas y sobre soportes no habituales, se deforman y nos hablan de otra manera. Los Psicopompos dejan de ser simples fondos fotográficos para dialogar con una pintura que los invade, los oculta o los resucita.
«Cada trazo es huella y cada accidente, memoria», escribe Ciria. Basta observar cualquiera de las obras de esta exposición para comprobar que no es una frase pronunciada fruto de una falsa pose. En sus lienzos las capas no son solo y simples superposiciones: representan tiempos. La pintura aparece y desaparece, se repliega, se desgarra sin llegar a romperse y se diluye como si obedeciera a un pulso interno, a esa necesidad física del creador, que no deja espacio la quietud.
Ciria no persigue una lectura cerrada; no quiere espectadores obedientes, sino cómplices. «Mi territorio es un laboratorio donde cada obra es a la vez pregunta y conclusión provisional», dice. Y en ‘Fuego y Silencio’ esa idea se hace evidente: el visitante camina entre obras que vibran, que se tensan, que parecen a punto de resolverse…, o de deshacerlo todo otra vez.
Hay una intención que podemos entender y así recibir como espiritual en la forma en que el artista describe su objetivo: «Prender fuego, y después reclamar una contemplación, un tiempo pausado. Silencio». Quizá por todo esto esta exposición resulta tan contundente.
Ciria no busca deslumbrar ni impresionar: busca encender algo. A veces basta un ritmo, una mancha, un borde que casi no se ve para activar una imagen que se queda flotando en la memoria.