Con más herramientas que nunca y perdidos completamente

Nunca hemos tenido más herramientas para prosperar que ahora y, sin embargo, nunca hemos estado más distraídos. Perdidos. Alejados de aquello que realmente nos sostiene, como individuos y como sociedad. El hecho de tener que hacer esta precisión es el indicador clave del despiste.

Las cuestiones fundamentales se difuminan en debates efímeros. La educación, pilar en el que toda ideología habría de estar de acuerdo en cuanto a su valor, se está convirtiendo en un laboratorio ideológico donde se discute más de símbolos que de contenidos.

La familia, sea como sea, no estoy hablando de un modelo convencional, por familia hablo de red, la red, ha sido relegada a un papel casi decorativo. Y, sin embargo, sigue siendo el primer espacio donde se aprende.

No hay Estado que pueda sustituir un hogar. Pero para reconocer esto hace falta valentía intelectual. Lo que explica por qué, teniendo ahora más instrumentos de lo que se soñó, estamos más perdidos que nunca.

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