Así se vivió el apagón: historias en primera persona

A las 12.32 h de la mañana del lunes 28 de abril se fue la luz. Al principio parecía algo más o menos anecdótico, puntual, y sobre todo: circunstancial. Incluso había bromas y comentarios con humor e ironía. Pasada una hora empezaba la preocupación. La inmensa mayoría estaba sin cobertura, y el transistor empezaba a convertirse en un bien a tener en cuenta. Casi todos los mayores lo tenían.

A las 14.30 h. el caos de tráfico era ya una realidad, y aunque se pedía que no se utilizara el coche, el colapso en las carreteras era inevitable. Una mujer de 45 años, residente en Madrid, pero con su trabajo en Getafe, cuenta a este medio, que tardó más de dos horas en llegar a Madrid. «Salí a las dos, cuando ya vi que era evidente que iba para largo, y no tenía noticias de mi hijo, no podía comunicarme de manera alguna, decidí salir sin demora, pues si esperaba más, iba a encontrar cada vez peor la carretera.  Estaba inquieta porque mi hijo va al colegio en Madrid, donde vivimos. Además tengo una perra, y me daba miedo, había dejado prácticamente todo enchufado, que sucediera algo si volvía la luz».

La situación era delicada, como relata esta mujer que solo da sus iniciales, I.M.C., y del mismo modo que ella otros muchos salieron en busca de sus hijos. «Me acerqué a recoger a mis hijos a su colegio, que por suerte está cerca de mi trabajo», cuenta Almudena, de 45 años, cuyo trabajo está en Getafe , lugar también en el que sus hijos (de 6 y 12 años) acuden a clase, «Al principio no sabíamos muy bien qué hacer cuando se fue la luz, intentaba comunicarme con la familia pero era imposible. A las 13.30 ya nos dijeron en la oficina que podíamos irnos. Fui a por los niños».

Mónica, de 40 años, tampoco tuvo problema en Getafe en ir a por sus hijas (5 y 8 años) al colegio: «Vivo y trabajo en Getafe, y me desplazo en coche. No tuve problemas en ir a por mis hijas, había un poco de caos, porque se permitió que salieran antes de la hora. Mi marido, que trabaja en otra zona de Madrid, salió a las tres menos cuarto y llegó a las ocho a Getafe«. En palabras de esta getafeña, su marido vivió «una ratonera, que es en lo que se convirtieron las carreteras».

Almudena tardó unas horas también en llegar a Illescas, donde reside, desde Getafe.  «Había en la entrada un poco de caos, porque como no había semáforos…». ¿Y cómo lo vivieron estos niños y niñas? «Las niñas estaban un poco asustadas porque en el colegio les dijeron que era un apagón mundial«, responde Almudena, «pero lo vivimos bien, tranquilos». Mónica, aún sorprendida por lo vivido, señala con gracia: «Las mías hasta se echaron la siesta». Los hijos de Almudena, cuenta su madre,  jugaron al parchís que hacía años que no jugaban.

Tanto ellas como Gladys González (38 años), trabajadora de un establecimiento de Getafe, lo vivieron con tranquilidad, según relatan. «Estábamos tranquilas porque sabíamos que se iba a solucionar». Solo Gladys tenía radio: «Es algo que hay que tener. En mi país, Ecuador, lo sabemos bien, porque esto es muy normal que pase y estamos 10 o 12 horas sin luz». Almudena señala la importancia que jugaron los vecinos: «Pude ir enterándome por los vecinos, porque ellos tienen placas solares y más o menos te podías enterar de lo que pasaba».

«Yo me enteré de que era a nivel nacional y no algo local de Griñón gracias a que mi madre, que escucha la radio, lo escuchó, y nos lo dijo», apunta V. B. (54 años), que añade aliviada: «Menos mal que las bombonas de oxígeno de mi madre no son de electricidad, porque si no, me habría tenido que ir a un centro de salud a que la enchufaran».

Muchos revivieron el pasado, al tener que recurrir a maneras de trabajar que ya poco tienen que ver con el presente. «Estaba reunido con un cliente para hacerle una vivienda en Toledo cuando se fue la luz», narra el vecino de Fuenlabrada G.B., «entonces tuvimos que hacer la reunión con bolígrafo y pintando, reviviendo las antiguas formas de trabajar».

A las 16.30 h salía de su trabajo G. González, «ya no había gente a la que atender y cerramos». El establecimiento permaneció abierto hasta donde fue posible; incluso se dieron un par de comidas.  «Había vecinos que bajaban a preguntar por si sabíamos algo».

Otra vecina de Getafe, A. G. (de 49 años), explica que su hijo tuvo clase hasta las 15h: «Él va a la universidad en Fuenlabrada, estudia ADE y al menos en su clase hasta las tres estuvo la profesora impartiendo la materia. En su clase fue así, el resto ya no lo sé».

A Adolfo, vinculado a empresas del sector audiovisual, el apagón le sorprendió en una nave de la compañía para la que trabaja ubicada en Villaviciosa de Odón y la normalidad saltó por los aires: «Sobre todo para los compañeros que se dedican a la edición de vídeos. A partir de entonces tuvieron que suspender por completo su actividad». La actividad de la empresa en quedó restringida a la preparación de unos pedidos de material que había que trasladar hasta Valladolid.

«Afronté la situación con cierta normalidad al llegar a casa, en Getafe, y salí a entrenar un rato», nos cuenta Adolfo, que tras entrenar y ver que la electricidad seguía brillando por su ausencia se acercó a visitar a varios vecinos mayores: «Quería comprobar que estaban bien y preguntarles si necesitaban algo. Se les notaba preocupados». También entre sus familiares iba creciendo la inquietud: «Mis hermanos andaban buscando radios y pilas para poder informarse de lo que estaba pasando, además de intentar localizar un camping gas para poder cenar algo caliente. Y así hasta que a eso de las 11:30 se hizo de nuevo la luz y regresó la tranquilidad».

Ascensión, que a sus 81 años había salido previamente a dar su paseo matinal, se enteró del apagón a las 13:00 horas: «Cuando estaba sentada en la plaza que hay al lado de casa con varias vecinas, las que se iban añadiendo al grupo nos comentaban que se había ido la luz y que en las noticias estaban diciendo que el tema era muy serio«. De vuelta al hogar, le tocó comerse la sopa fría: «No había manera de calentar la comida, aunque una vecina se había ofrecido a calentármela porque disponía de cocina de gas. Y otra me ofreció incluso una linterna por si el apagón iba para largo». Por suerte para ella, la luz volvió muy pronto, en torno a las 17:30 horas, y a partir de ahí pudo manejarse con normalidad, aunque sus hijos no tuvieron igual fortuna: «A ellos no les llegó el suministro hasta bien entrada la noche y tuvieron más problemas, pero en mi caso parece que hubo suerte porque en el barrio fuimos de los primeros sitios de Getafe en los que se restableció la energía eléctrica».

Cierta dosis de buena suerte tuvo también Antonio, así lo relata, pues siendo un transportista vinculado al sector sanitario este lunes no le tocó hacer ningún servicio: «Menos mal que esta vez no me pilló fuera, porque normalmente viajo a varios cientos de kilómetros y podría haber tenido muchísimos problemas para repostar combustible tal y como estaban las cosas». Su mayor obsesión era estar informado de lo que ocurría, pero como en casa no disponía de radio con pilas, actuó como muchos otros ayer, ante la imposibilidad de hacerse cona: «La opción fue salirme al coche para poder escuchar las noticias y así saber a qué atenernos». El servicio eléctrico se restableció para Antonio a las 23:30 horas, momento en el que él y otros vecinos salieron a la calle: «Montamos una especie de tertulia, y todos coincidimos en que lo más importante era mantener la calma».

 

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