Cae una banda que usaba disfraces y documentos falsos para asaltar tiendas de joyería
La Policía Nacional ha detenido en Madrid y Murcia a cinco personas pertenecientes a un grupo criminal de origen sudamericano, especializado en asaltar a representantes de joyerías y cometer robos en bancos.
La operación ha permitido aclarar al menos 12 delitos cometidos en distintas provincias y recuperar un botín valorado en más de 700.000 euros, compuesto por diamantes, esmeraldas y otras joyas.
Además, dos integrantes de la banda que ya estaban en prisión han sido vinculados a los hechos, lo que eleva el número total de implicados a siete. Los detenidos, de entre 28 y 43 años, son cuatro colombianos, dos mexicanos y un venezolano.
Un grupo itinerante y sofisticado
La investigación, iniciada en agosto, reveló que el grupo operaba a nivel nacional e internacional, identificando a sus víctimas en ferias y eventos especializados del sector joyero. Empleaban avanzados métodos de vigilancia electrónica y maniobras de distracción como el “timo de la mancha” o “la siembra”, así como técnicas de fuerza para acceder a vehículos.
Los delincuentes tomaban exhaustivas medidas de seguridad, utilizando disfraces —como pelucas, gorras y gafas—, vehículos alquilados con documentación falsa y abandonando rápidamente los lugares donde cometían los robos para dificultar su localización. Los beneficios obtenidos eran enviados a Colombia, lo que reflejaba su carácter profesional y altamente organizado.
Joyas recuperadas y documentos falsos
El caso tomó un giro significativo a finales de octubre, cuando la Policía relacionó al grupo con el robo de un arma y joyas por valor de 340.000 euros en Murcia. Tras tres registros realizados en Madrid, los agentes recuperaron los diamantes y esmeraldas sustraídos, además de dinero en efectivo, documentos falsos, disfraces y otros objetos vinculados a los robos.
Entre los delitos acreditados destaca la sustracción de monedas de alto valor histórico en Madrid y el hurto de maletas llenas de joyas en Valencia y Burgos. La banda había convertido el crimen en su único modo de vida, operando con una coordinación milimétrica gracias al uso de dispositivos móviles y auriculares.